viernes, 25 de julio de 2014

Dawn of the planet of the apes. Una reseña.


A pesar de saber que este filme no era más que Hollywood chupándole la sangre a una franquicia que empezó hace años con el legendario filme "The Planet of the Apes", nunca deja de ser interesante ver hasta dónde pueden llegar los estudios con tramas de ciencia ficción. Sobre todo por la cantidad de dinero que arrojan a estas cosas, uno espera ver las capacidades técnicas del filme llegar al máximo. Con un precedente como fue el anterior filme “Rise of the planet of the apes” ya se podía esperar mucho, pero puedo decir con comodidad que “Dawn” supera a su antecesora en todo aspecto técnico. No hay que decir que es perfecta, pero es efectiva, cumple lo que promete: Un gran festín de efectos especiales llenos de acción explosiva, condimentado con un poco de drama lleno de clichés.

Por su puesto que si eso no era lo que tu buscabas, entonces te diré que es una basura, porque a pesar del logro técnico, la película no toma las ventajas del género que maneja y de manera desesperante, buscaba caer en convencionalismos para hacer de la historia algo más masticable, irrespetando a su audiencia con una clara falta de huevos.

Claramente no quede satisfecho con el filme, pero no por eso quiero decir por ningún motivo que la película sea un desperdicio. Como dije, es un logro técnico, y antes de hablar de lo que no me gusto, me gustaría empezar con lo que sí.

Y lo primero que me gusto, y es preciso exaltarlo hasta mas no poder, es el trabajo del excelentísimo Andy Serkis. El lector recordara a la simpática criatura que acompaño a Frodo durante su travesía por la Tierra Media. Aquel maravilloso logro técnico que fue la creación de la imagen de Gollum, tiene que agradecerle mucho al señor Serkis, quien siendo un actor corporal profesional, se metió en un traje de captura de movimiento y le dio vida al personaje.

Con gran carisma e impresionante facilidad, Serkis le da vida al protagonista de la historia: Cesar, el líder de la creciente comunidad de Simios inteligentes. Lo que puede parecer adultos jugando a hacer “monadas” se convierte en un trabajo lleno profesionalismo y dedicación. Solo armado con su cuerpo y su voz, Serkis es capaz de transmitir una personalidad palpable y definible. Básicamente, un maestro con una gran visión de lo que significa trabajar en una producción.

En los videos pueden ver a que me refiero con el señor Serkis:




Pero un filme siempre es un trabajo colectivo. No lo compararía con una casa de naipes, pero si con las partes de un carro. Puede que el carro siga andando, pero nunca es bonito manejar con una transmisión desviada.

“Dawn of the planet of the apes” es un carro con la transmisión desviada. A pesar de su gran elenco y dirección de actores, el concepto total del filme se deshilacha por no poder sostener su propia ambiciosa visión. La ciencia ficción es un género que ha dado a escritores y cineastas la oportunidad de tocar temas complejos y disfrazarlos de entretenimiento (Lo cual nunca es algo malo) y tristemente esta película no responde a las cuestiones que ella misma plantea.

A pesar de que tenemos momentos genuinos de relación entre dos sociedades completamente diferentes, la película insiste en retratar a sus personajes como entes vacíos en los que vierte un estereotipo. Es terrible ver que hay poca intención de individualizar a los personajes, de hacerlos auténticos, sino que se siguen utilizando viejas fórmulas de construcción narrativa. Es el mismo héroe caucásico que busca hacer el bien ante adversarios que no creen en él. El mismo personaje que su única razón de existir es la de crear un conflicto, desagradar a la audiencia, y ser despachado para dejar un sentimiento de satisfacción vacío. El mismo conflicto de hijo que desobedece a su padre para luego darse cuenta de su error, en un momento moralmente gratiniano.


No solo esta película sufre de esto, ya que Hollywood está plagado de escritores que no han abandonado estos arquetipos Shakesperianos mandados a recoger hace mucho tiempo. Incluso, buscan con ahínco aplicarlos, creyendo que están produciendo con calidad, cuando en verdad solo están contribuyendo a la masa creciente de filmes que no aportan nada nuevo. No hay atrevimiento, no hay ganas de romper el molde, y es precisamente ahí donde se desperdicia el estar dentro del género de la ciencia ficción.
La primera “Planet of the apes” nos proponía un escenario en que los humanos se encontraban del otro lado de la cadena alimenticia. Proponía preguntas sobre nuestra identidad como especie y nuestra actitud ante situaciones que destruyan el delicado equilibrio en el que vivimos. Sobre todo, nuestro idea de superioridad como especie es cuestionada y esto queda plasmado en la legendaria frase Charlton Heston: Take your stinking paws off me you damn dirty ape! (¡Quita tus apestosas patas de mí, maldito sucio simio!). Es fascinante.

El moderno planeta de los simios no responde a ninguna pregunta que sus antecesoras plantearon y tampoco asume la responsabilidad de responder las que ella misma plantea. ¿Dónde está el verdadero conflicto? ¿Dónde está la posición del hombre ante una situación en que tiene que lidiar con su propia extinción? Se podría argumentar que el filme si trata estas cuestiones, pero no con una profundidad debida, ni con un punto de vista concreto. Le da la audiencia lo que quiere oír. “Hay gente mala, hay gente buena y cosas pasan” pareciera que a eso se limitara a decir.


Y volvemos al principio. No es una mala cinta. Tiene suficientes atributos para destacarse. Puede que no tengan los personajes más relacionables del mundo, pero tiene una narración sólida y es congruente en su mayoría. El apartado técnico es sublime y ¡Por Dios! ¿Eso era un orangután entrenado, o un producto de computadora? Todavía no me lo creo.

Es lo que es: un producto de mercadeo. Es un complaciente de audiencias, y eso, si se hace bien, la mayoría de veces suele ser algo bueno. No hay que entrar esperando la más arriesgada de las apuestas en el tema, pero en ningún momento uno se aburre. Creo que lo que le dije a mi novia cunado me pregunto que veríamos, define a la perfección mi posición ante la cinta. “No sé, quiero algo para adormecer la cabeza, para no pensar.”