lunes, 26 de diciembre de 2016

LA VIOLENCIA en Tarantino - ¡ANUNCIO! ¡NUEVO PROYECTO! Kenosha Kid



Kenosha Kid es un proyecto que he querido arrancar desde hace mucho tiempo. A pesar de la falta de tiempo, de momentos difíciles y de dudas internas, al fin pude hacerlo realidad con este primer video-ensayo, que no es perfecto, pero con el que estoy satisfecho. Espero lo disfruten.

¿Qué es?

Hace tiempo que he querido poder expresarme por diferentes tipos de medios, no solo por la palabra escrita, y la producción de video siempre ha sido algo por lo que me he sentido atraído. En los últimos años, me he vuelto fanático de ciertos creadores en Youtube que han revolucionado la manera en que el género del video-ensayo es presentado y lo han convertido en algo emocionante. Ya quedaron atrás los tiempos en que este tipo de producto quedaba reducido para las clases de medios en las universidades, y creo fervientemente que es un mundo extremadamente interesante para explorar. Este es mi grano de arena.

¿Será Kenosha Kid un lugar exclusivo para video-ensayos? no, pero por ahí empezaremos. Como dije, tengo gran interés en producir videos y bastante creatividad cargada como para hacer todo tipo de cosas, pero fundamental lo que quiero proponer aquí es empezar una conversación; ofrecer un producto que se quede contigo mucho después de que lo hayas consumido. Obviamente esto requiere de una regularidad que tristemente no he demostrado en este blog, pero de eso se trata el compromiso, de poder trascender estas barreras y poder hacer más, crear más y desafiarme más.

¿Y el blog?

Seguirá existiendo y volveré a escribir. Alguna vez, en sus inicios, el blog anunciaba que este era un lugar para hablar sobre más que cine. Por ahí debe de andar uno que otro artículo que hice sobre temas variados, pero la realidad es que retiré el letrero a sabiendas que no cumplí con esa afirmación.

Por un momento me sentí crítico de cine. No tengo problema con el calificativo, pero no es lo que exclusivamente quiero hacer. El dilema es que para ser crítico hay que adquirir un hábito constante de consumir contenidos, que la vida de alguien que estudia y trabaja en proyectos propios no da para ello.

Las críticas seguirán, pero ya no serán el centro de mi atención, y lo próximo que vaya a escribir tendrá una pinta de flujo conciencia con la cual espero interesarlos.


Este post tiene una pinta insoportable de resoluciones de año nuevo, lo sé, todo desafió personal suena así, pero al carajo, quiero hacer más, y quiero creer que hay gente ahí que quiere verlo.

Gracias.

miércoles, 30 de marzo de 2016

El entretenido enredo que es Batman V Superman

Nota: ¡Spoilers!

En su podcast «Fatman on Batman», Kevin Smith, conocido geek y director de películas como Clerks y Chasing Amy, relató su experiencia viendo la última película de Zack Snyder, Batman V Superman: Dawn Of Justice, con su amigo y colaborador legendario Jason Mewes. Smith cuenta que hubo una escena en particular de la cual él y su compañero tuvieron una reacción divertida, pero que definiría la naturaleza de la cinta misma. Durante una secuencia alucinatoria, en medio de un mundo post-apocalíptico que el mismo Batman está soñando, se ve a este encarando a un grupo de mercenarios quienes intentan doblegarlo. La escena, con gran coreografía de acción, termina con el personaje de Batman abrumado por sus oponentes y la aparición de una criatura humanoide que lo noquea por detrás. Es en ese momento, en la sala de cine, que Smith y Mewes se miran al mismo tiempo y al unísono dicen, con la más ñoña complacencia y en voz alta: parademons.

¿Qué son los parademons? para aclarar a los pocos sabidos, estos son seres que conforman las tropas de Apokolips, usadas por Darkseid como ejército personal para controlar al planeta. ¿Qué es Apokolips y quien es Darkseid? pues nada más que el planeta lleno de fosas de fuego que habita en el Fourth World, dominado por el enemigo de los nuevos dioses, Darkseid, una especie figura mesiánica de la maldad.

Si no entendiste nada del párrafo anterior, no te preocupes, porque es ese exactamente el punto al que Kevin Smith llegó con su pequeño relato personal. En medio de una sala de cine, llena de gente desentendida con la mitología de DC Comics, probablemente ellos dos eran de los pocos que entendían los diferentes niveles de información que la escena exponía. El espectador común no hubiera podido saber que eran esas criaturas que aparecen durante la secuencia, mucho menos sería capaz de nombrarlas. Solo los fanáticos, los que han leído el material de origen, saben en qué profundidad repercuten las acciones que se dieron en pantalla, mientras que lo menos entendidos si acaso habrán intentado interpretar las imágenes, como una representación de la retorcida mente de Bruce Wayne.


Es para los fans. Batman V Superman es una película que claramente se hizo con la intención de lograr la aprobación de los fanáticos de los cómics y nada más. Esto no solo se ve en la historia, sino en la misma construcción de la película. Desde la atropellada edición, hasta la reservada exposición de información. No pierde tiempo explicando el porqué de las cosas, sino que deja que la pesada figura de sus protagonistas dirijan el componente emocional de la historia, sin tener en cuenta la coherencia de esta. Dicho de otra forma, la película trata sobre Batman y Superman rompiéndose la jeta, y lo demás es ruido.

Tal vez sea un poco injusto afirmar que la película no se preocupa por la historia que está contando, a expensas de darle presencia a «momentos dramáticos baratos», pero es entendible de donde viene la avalancha de críticas negativas. Un buen espectador siempre demandará coherencia en las acciones de los personajes y esta cinta no provee la información para que esto sea posible. Pero lo que los críticos llaman incongruencias narrativas, yo -como ya otros lo han hecho- lo llamo «vacíos por llenar».

A pesar de tener una larguísima duración de alrededor de dos horas y media, la película no encuentra espacio para presentar información narrativa importante y asume que esta es redundante. Sí, redundante, pero para el que leyó los últimos 50 números de Justice League, o el que leyó «The Dark Knight Returns», o «The Death Of Superman». La película deja estos espacios abiertos, estos «vacíos», aludiendo a la regla de «menos es más», pretendiendo que la gente los llene con información preconcebida. Pero ese «menos», para un fanático no es más que un pedazo de trivia básica, mas para un espectador común, es un conjunto de ideas que se han desarrollado durante más de ochenta años de la industria del cómic.


Por esto mismo no me atrevo a condenar de ineptos a los cineastas, como ya muchos otros críticos lo han hecho. Adaptar el mundo del cómic y complacer a los fans no es fácil. Considerando que esta película funciona como un preámbulo para una futura adaptación de La Liga de la Justicia, es entendible que el manejo de información no haya sido sobresaliente. Las narrativas de los cómics de superhéroes no son el mejor ejemplo de coherencia. El cómic original abarca cientos de aristas narrativas que convergen en un mismo universo súper complejo, que incluso le cuesta mantener su propia lógica. ¿Cómo adaptar algo tan vasto y francamente desquiciado? algunos dirán que Marvel es buen ejemplo de cómo hacerlo, pero seamos francos, esta compañía ha tenido desde el 2008 para desarrollar un universo apropiadamente, y aun así tienen tropiezos como Iron Man 3 y, sobre todo, Avengers: Age of Ultron. Se podría argumentar que DC y Warner debieron tomar una ruta parecida y no embutir todas estas historias en solo dos películas, pero eso ya sería otra conversación que involucraría la industria en sí y no la calidad de las películas.

Otro factor es el director. Nunca he sido un gran fanático de Zack Snyder, precisamente por los problemas que esta refleja. Snyder es un director que le cuesta darle a sus historias una congruencia cinemática, como si el tipo no entendiera de ritmos. Le concedo que es un gran visionario en cuanto a crear «set pieces» y realmente creo que es un genio realizando escenas de acción, pero a la hora juntar todas las piezas, pareciera un niño que quiere encajar un cubo en lo que claramente es un circulo. Man of Steel, su anterior cinta, es un claro ejemplo de esto, lo cual supongo debió servir de augurio. El director puede que entienda la mitología y la estética de las historias de superhéroes, pero es un narrador deficiente. Al darle una cantidad inmensa de información a este señor, era de esperar que tuviera problemas para balancearla, pues así pasó con la decepcionante Watchmen, otra de sus cintas que sufre problemas muy parecidos.


Con películas con problemas así yo hubiera salido «echando chispas» de la sala de cine, pero a pesar de todo, tengo que aceptar que la disfrute. Fue después de mucho análisis, de leer varias reseñas, que pude entender la desaprobación que esta cinta está teniendo con la crítica y creo que es justificado. Sin embargo, muchos de los inconvenientes que aquí mencioné pasaron desapercibidos durante mi visionado, sobre todo en una sala de cine donde se podía sentir una emoción colectiva. No me considero un gran lector de comics, pero yo soy de los que sabe que es un parademon, quien es Darkseid, y no puedo negar el cariño que siento por estos personajes. Más que una película fallida, me pareció una película incompleta y solo puedo esperar que DC aprenda de sus errores para sus próximas entregas. Que, en vez de intimidar a la audiencia común, la invite.

6/10
(Por más serios que queramos que sean, al final siempre seran tipos en spandex)

domingo, 28 de febrero de 2016

Las 16 mejores películas del 2015



Puede que haya llegado tarde a la fiesta de artículos y tops sobre las mejores películas de 2015; muy probablemente ustedes ya habrán leído infinidad de estos a finales del año pasado y a comienzo de este, pero decidí esperar hasta finales de febrero para poner mi diminuto grano de arena, creyendo que es lo mejor para este blog porque: 1) Los Oscar son hoy y me pareció una fecha adecuada (Ojo, sin ser influyente) y 2) porque tenía que darme un poco más de tiempo para ver películas que apenas están llegando al país.

Sin embargo, no alcance a verlas todas, o por lo menos no todas la que me interesa ver. Un gran faltante, por ejemplo, es Anomalisa de Charlie Kaufman, cineasta por el que tengo una pequeña, pero gratificante obsesión, y que probablemente hubiera tenido un lugar en esta lista.

Otras películas que dejaron de aparecer, a pesar de que creo que fueron cintas destacables, fueron Room de Lenny Abrahamson, con una actuación espectacular de Brie Larson, quien probablemente se lleve la estatuilla, y The Martian de Ridley Scott, la cual fue tremendamente divertida (No, no como una comedia), pero bastante convencional. Consideren este párrafo como las menciones de “honor”.

Aunque la fecha parezca sugerirlo, la decisión para elegir estas películas no estuvo influenciada por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas estadounidense. Si bien, muchas de las cintas que aparecen aquí están nominadas de forma grande o pequeña, la idea de este artículo no es referenciar a los Oscar. Todos los años solía hacer una especie de “predicción” en este blog sobre que películas ganarían que oscares, y la verdad es que ya no lo quiero hacer. Prefiero enfocarme en hablar sobre películas que verdaderamente me gustaron y no validar la opinión de una institución solo porque este se vende a sí misma como la mayor autoridad.

Esto no quiere decir que no vaya a ser parte del juego. En pro de no aguar la fiesta para todos, al final encontrarán una pequeña lista de las cintas que creo deberían ganar premios en ciertas categorías, independientemente de que si están nominadas o no.

Las películas que escogí para esta lista están aquí porque fueron de las experiencias más interesantes que tuve el año pasado en una sala de cine. No son películas perfectas, tampoco es que tengan que serlo, pero definitivamente creo que es del cine más interesante que se ha hecho en la ultima década. Cada una de estas cintas tiene algo único que decir y empujan el arte hacia una realización más honesta y original dentro de la industria, y merecen ser compartidas.

Entonces, sin más preámbulos y en orden alfabético, estas fueron mis películas favoritas del 2015:


Beasts of No Nation



Una de las cintas más ignoradas del año pasado, incluyendo la excelente actuación de Idris Elba. Su director, Cary Fukunaga, ya había demostrado gran talento con su primera película, Sin Nombre, y su espectacular trabajo al dirigir toda la primera temporada de la serie de HBO True Detective, pero es con esta cinta que el joven director se establece como uno de los cineastas más interesantes trabajando actualmente. Reciclando ideas de su opera prima, pero de forma más madura, Beasts of No Nation es un relato visceral, sangriento y muy difícil de ver. Fukunaga guía a la audiencia en un paseo por el infierno y reconoce que los pañitos de agua tibia que la comodidad occidental nos hace pensar como soluciones son todo menos que eso. Aun así, dentro de la realidad de los niños soldados de áfrica, el director encuentra espacio para otorgarle un poco de esperanza a la tan dan dañada humanidad que presenta aquí.

Carol


Este es probablemente el mejor romance del año pasado. Enternecedora e inteligentemente dirigida, Carol se alza como una cinta que no solo se suma al reconocimiento de los derechos LGTBI, sino que también sirve como una demostración de realización sólida, tanto narrativa, como temáticamente. Todd Haynes, su director, dirige la cinta con gran meticulosidad, haciendo del trabajo de cámara un personaje más. La actuación de las protagonistas Rooney Mara y Cate Blanchett es fantásticamente sutil y preciso, lo cual es mucho más impresionante cuando toda la película es puesta sobre sus hombros. Aunque sería ingenuo contar estas historias ignorando las connotaciones sexuales, lo que más me gusto de esta cinta fue su enfoque, haciendo que la historia no se tratara sobre el ya trillado descubrimiento sexual, sino en el desarrollo de la relación de sus personajes. Carol es una película que pondrá a prueba el cinismo de las audiencias modernas y las dejará satisfechas.


Dope


No es la historia más original, pero es jodidamente divertida. Dope de Rick Famuyiwa será uno de los referentes para las nuevas tendencias progresistas que se darán en el cine comercial. Aun cuando su ejecución es bastante convencional, los aspectos sociales que el filme aborda con gran naturalidad lo vuelven tremendamente refrescante. Las cintas que involucran a adolescentes en el cine norteamericano suelen ser bastante artificiales, y a pesar de que esta historia no sea la más realista, la representación que hace de la adolescencia como un estado de constante fluidez cultural es suficiente para hacer a los personajes más reales y empáticos. Puede que llegue a ser a veces un poco sermoneadora, pero nada que pueda lastimar la experiencia. Y la música… puede ser usada como único argumento para convencer a alguien de ir a ver esta película.


El Abrazo de la Serpiente


Desde que vi Los Viajes del Viento de Ciro Guerra, la he considerado como mi película colombiana favorita. Con el estreno de la última cinta de este director, esa posición se vio desafiada, y aunque todavía no tomo una decisión, lo que sí puedo definir ahora es que El Abrazo de la Serpiente es una de las mejores cintas nacionales jamás estrenadas; y no es necesario una nominación para afirmar eso. Bellamente fotografiada y comparable con el trabajo de artistas de la talla de Kubrick, Ciro Guerra usa las herramientas que el Amazonas le provee para contar una historia fiel a esta región y no sé deja atrapar por intenciones superfluas o políticas. La cinta está construida desde una visión humana antes que nada y hace un esfuerzo de conciliar las visiones del mundo indígena con las del mundo “civilizado”. A pesar de estar en blanco y negro, esta es posiblemente uno de los retratos del Amazonas más sincero que se haya realizado en cine.

Ex Machina



De las películas que pude reseñar el año pasado, esta es tal vez una de las que más disfrute. Una cinta que ya comparé con las obras más grandes de la ciencia ficción en el cine y que es capaz de plantear preguntas sobre lo que significa ser humano. De gran fuerza visual y filosóficamente evocativa, Ex Machina se convertirá eventualmente en una de esas películas de culto de visionado obligatorio. Oscar Issac, Domhnall Gleeson y Alicia Vikander sobresalen con sus actuaciones y le dan forma al ambiente hostil, estéril y asfixiante que la cinta impone. Alex Garland básicamente dirige una carta de amor al género, pero le permite a su película ser mucho más que un homenaje. Es perturbadoramente fascinante y de las cintas que se encuentran en esta lista, una de las que más les invito a que vayan a ver.

Macbeth



Traducir Shakespeare al cine no es fácil y Macbeth de Justin Kurzel es prueba de ello. La mayoría del texto clásico es pasado al guion de manera literal, inundando los diálogos con los “Thys” y Thees” de un inglés anticuado y dejando el estilo descriptivo del lenguaje teatral, que choca con el mismo lenguaje cinematográfico. En un principio pareciera que las dos formas, cine y teatro, no tuvieran cabida en el mismo lugar, pero Kurzel apuesta por un estilo visual épico. El profundo trabajo de diseño de producción, fotografía y efectos especiales, le otorga a la clásica historia una gravedad única y un acercamiento a los personajes bastante íntimo. Ver Macbeth es ver el espectáculo del cine en acción, en donde se traduce un texto poco accesible para las audiencias modernas, en un lenguaje visual tan poderoso que en vez de utilizar las palabras como meras direcciones narrativas, sobresale en lo que su contraparte teatral es experta: las emociones. Puede que el afán por realismo lastime un poco la experiencia, pero no deja de ser un visionado interesante.

Mad Max: Fury Road


Tal vez el único estreno que verdaderamente importó el año pasado. La continuación que George Miller hace del mundo de Mad Max, que creó en los 70, es espectacular. Precisa, inmensamente creativa y, sobre todo, en sumo entretenida; Fury Road simboliza todo por lo que se paga una boleta de cine. A pesar de que se adentra en un género que está más que trillado, la cinta nunca se siente rezagada narrativamente y la colección de personajes que conforma el elenco está llena de originalidad. Probablemente la mejor protagonista que he visto en mucho tiempo, la Furiosa de Charlize Theron, ejemplifica como se debe construir un personaje sin recurrir a la exposición innecesaria de información. Muy bien podríamos afirmar que Mad Max es la convergencia de más de un siglo de realización cinematográfica y no sería raro que la tomaran como “biblia” para hacer películas. Es prueba de que las historias pueden ser grande, sin importar el género del que vengan.

Mistress America


Una película que muy pocos habrán visto, Mistress America es un pequeño tesoro de la comedia del año pasado. Protagonizada por Greta Gerwig y dirigida por Noah Baumbach, dioses del mumblecore, que ya habían colaborado para realizar la fabulosa Frances Ha, vuelven a unir fuerza para contar una historia mucho más particular. La cinta trata sobre la obsesión de una estudiante de literatura con su nueva media-hermana y como esta sirve de inspiración para un cuento que le permitirá ser parte de un grupo selecto de su universidad. A medida que la historia avanza, las situaciones en que los personajes se ven envueltas toman la ruta del absurdo, al mejor estilo Woody Allen, satirizando las preocupaciones de la juventud de clase media-alta. La cinta es sencilla pero efectiva y una buena mirada al absurdo que muchos jóvenes que aspiran a ser algo en la vida se encuentran hoy en día.

Sicario


Denis Villeneuve es tal vez uno de los cineastas más interesantes de esta generación. A pesar de tener un buen, pero callado inicio, con su primera película Incendies, Villeneuve asombro a todos con dos estrenos en 2014 que parecían polo opuestos de un espectro. Prisoners, una película de género que dejo en claro la fuerza estética de la visión de este director, y Enemy, una zambullida en el surrealismo que debió de dejar a más de uno con la boca abierta, pavimentaron el camino para la gran expectativa de su siguiente filme: Sicario. Una historia de venganza que es contada por medio de una puesta en escena tensiónate. A pesar de que la película tenía potencial para convertirse en una cinta de acción convencional, el director presiona los límites de la historia para convertirla en una experiencia sensorial. Este es tal vez mi papel favorito de Benicio del Toro, pero Emily Blunt realiza un excelente papel y todo esto capturado por la siempre espectacular fotografía de Roger Deakins. Sicario es otra de las grandes ignoradas, tristemente.

El Hijo de Saul


Tal vez lo más impresionante de esta película es que sea una ópera prima. El nivel de experticia que se encuentra aquí, tanto narrativa, como conceptualmente es de verdad impresionante. El Hijo de Saul cuenta la historia de Saul Ausländer, un judío-húngaro prisionero en Auschwitz, que trabaja como un Sonderkommando quemando los cadáveres de las cámaras de gas. En medio del horror de su trabajo, Saul encuentra el cuerpo de un niño, quien según él es su hijo, y busca darle santa sepultura. Géza Röhrig, quien interpreta a Saul, describe a su personaje como “el último testigo de Dios”, alguien que busca realizar un acto humano, dentro una situación que ya perdió todo rastro de humanidad. László Nemes, el director, probablemente filmó el retrato más visceral que se haya hecho del holocausto. Siempre en un plano cerrado, las atrocidades solo podemos verlas como guiños en los bordes de la pantalla, lo cual es suficiente para entender que, aunque no lo viéramos, la mísera ya se había apoderado del protagonista. Un excelente trabajo de sonido, un gran ejemplo del “menos es más”, y un visionado obligatorio.

Spotlight


Puede que Spotlight no sea la película con la propuesta visual más pomposa, pero no lo necesita. El drama procesal que Tom McCarthy dirigió sobre el trabajo que el equipo de investigación del Boston Globe realizó acerca de la pedofilia rampante dentro de la iglesia católica, no tiene pretensiones más de las que relatar. El director sabe cuánto pesa la historia que está contando y deja que ese mismo peso dirija las emociones de la audiencia. Las actuaciones de todo el elenco son esenciales, principalmente porque no hay un afán de protagonismo gracias a que los actores reconocen la naturaleza factual de las situaciones que enfrenta. Una paleta de color pálida y las puestas de escenas reducidas son lo necesario para darle el protagonismo a quien lo merece ene esta película: el periodismo.

Steve Jobs


Si hay una película que sobresale en los elementos más básicos de la realización cinematográfica, esa Steve Jobs. Un gran guion, una emocionante dirección, una edición precisa y una fotografía inteligente, dinámica y conceptual. Para la audiencia convencional, Steve Jobs pareciera una película incompleta, siendo que el género del biopic ha acostumbrado a estas a una narrativa directa y cronológica; pero al fracturar el estilo habitual Danny Boyle y Aaron Sorkin se permiten explorar al personaje que le da título a la película de manera más intima. Steve Jobs no funciona como un viaje en el que ciertos puntos tienen que ser alcanzados, sino que prefiere mirar por ciertas ventas para entender los aspectos más importantes de una persona. Una película lamentablemente menospreciada.

Tangerine


De esta película se necesita hablar más. Tangerine es dirigida por Sean Baker quien realizó esta cinta con un presupuesto ínfimo y la filmo con las cámaras de cinco iPhone 5s. Si bien tal proeza no se nota de a mucho en resultado final, la película establece un comentario sobre la necesidad de contar historias diferentes. El hecho de haber sido filmada con celulares solo complementa una trama bizarra, pero real, que gira en torno a las prostitutas transgénero de Los Ángeles. Las protagonistas Kitana Kiki Rodríguez y Mya Taylor trabajan por primera vez como actrices, pero sobresalen de gran manera, demostrando gran sensibilidad para saltar entre la comedia y el drama. El director citó el dogma 95 de Lars Von Trier como inspiración, pero este movimiento nunca se sintió tan vivo y entretenido.

The Big Short


Si esta lista hubiera sido un top, creo que esta película estaría en el puesto número 1. Puedo decir con confianza que mi película favorita del 2015 es The Big Short, una cinta capaz de superar los límites de la comedia comercial gringa, para contar una historia sumamente importante. Adam Mckey, a pesar de ser un director de comedias como Anchorman: The Legend of Ron Burgundy o Step Brothers, demuestra gran sensibilidad dramática para retratar la crisis económica del 2008. La dirección es inteligente y no tiene ningún complejo para reconocer que el tema que tratan, es en extremo complicado para la audiencia tradicional. Pero The Big Short no es grande porque tenga buenos chistes, o porque tenga uno que otro cameo de celebridades explicando conceptos complejos de economía, sino porque desde la comedia es capaz de abordar lo absurdo de la situación. El cine de hoy en día necesita más historias así. Que sean frenteras, que se burlen, y que, sin pena, hagan todo lo posible para abrirle los ojos al público. Esta cinta logra que nos riamos, pero con vergüenza, de nuestra propia estupidez.

The Hateful Eight


La obsesión que Tarantino tiene con sus propias ideas puede que esté tomando lo mejor de él y sus historias, pero es innegable que sus estrenos son bienvenidos como productos necesarios y refrescantes, dentro de un Hollywood que se está quedando progresivamente sin ideas. Violenta, gráfica y tremendamente divertida, The Hateful Eight puede que no sea el filme más coherente del director, pero sin duda una declaración sobre el cine de autor, que Tarantino impone con orgullo. Por lo menos, en lo que respecta a la banda sonora, esta es mi favorita del año pasado.

World of Tomorrow


No sé hasta qué punto sea justo poner un corto animado aquí, siendo que la verdad he visto muy pocos cortos el año pasado ¿Merecen una lista aparte? No lo sé, pero lo que sí sé es que no pude ignorar la última animación de Don Hertzfeldt, rey de la figura en “palito”. Si bien, la carrera de Hertzfeldt empezó con su corto Rejected, el cual era bastante surreal y absurdo, los filmes del director han tomado una madurez temática que convergen World of Tomorrow, que, sin abandonar la simpleza de sus dibujos, lo absurdo de sus situaciones y su particular comedia, crea una historia con fuertes implicaciones filosóficas.

Deberían ganar:

Mejor película: The Big Short
Mejor director: George Miller (Mad Max: Fury Road)
Mejor actor: Eddie Redmayne (The Danish Girl)
Mejor actriz: Brie Larson (Room)
Mejor actor de reparto: Idris Elba (Beasts of No Nation)
Mejor actriz de reparto: Alicia Vikander (Por cualquiera de las dos: Ex Machina o The Danish Girl)
Mejor película extranjera: El Abrazo de la Serpiente (Un poco de orgullo nacional no hace daño)
Mejor guion original: Alex Garland (Ex Machina)
Mejor fotografía: Emmanuel Lubezki (The Revenant) (Aunque ya se lo deben a Deakins)
Mejor guion adaptado: Adam Mckey y Charles Randolph (The Big Short)
Mejores efectos visuales: Mad Max: Fury Road
Mejor edición: Elliot Graham (Steve Jobs)
Mejor corto animado: World of Tomorrow (Porque fue el único que vi)
Mejor sonido: El Hijo de Saul
Mejor diseño de producción: Colin Gibson (Mad Max: Fury Road)

martes, 19 de enero de 2016

Steve Jobs y la naturaleza de los biopics


El año pasado escribí una reseña sobre la película Rush de Ron Howard. En ella critiqué la falta de compromiso por parte del director con los hechos reales que componían la trama de la cinta, los cuales fueron edulcorados con viejas artimañas ficcionales, para darle la fuerza dramática que supuestamente no tenían por si solos. Todavía me atengo a lo que escribí.

Sin embargo, cuando por fin vi el filme del 2015 dirigido por Danny Boyle y escrito por el espectacular Aaron Sorkin, no pude dejar de pensar en esa malgeniada reseña que escribí sobre Rush. Steve Jobs pareciera incurrir en las mismas faltas y un poco más. Como si la película no le debiera ni una pizca de respeto a la realidad en la que está basada. Aun así, después de terminar el visionado, encontré la cinta tremendamente disfrutable.

Toda esta conversación interior sobre que hacía buena a Steve Jobs y que no a Rush parecía converger un mismo punto: la naturaleza de los biopics. ¿Qué hace que un biopic sea bueno o malo? ¿Qué tan meritoria puede ser la historia de un individuo como para hacer una película sobre este, o incluso, sentarse a verla?


En cuestión de méritos, les puedo decir que definitivamente no es la notoriedad. Estamos tan acostumbrados a ver retratos de la vida de grandes figuras públicas, contribuyendo al imaginario pedestal en el que los ponemos, que no nos damos cuenta que las cualidades que los hacen “tan” especiales, las encontramos en cualquier otro individuo. La fama es una razón obviamente monetaria, pero en cuanto a calidad o fuerza narrativa, cualquier historia merece ser contada. Un buen biopic no se trata de alguien de renombre, sino de alguien interesante.

Entonces, si no es la notoriedad ¿Será la veracidad histórica?


Mucho se ha hablado sobre qué tan riguroso tiene que ser un trabajo narrativo a la hora representar a la realidad. Algunos arguyen que, por respeto a los personajes y sus vidas, la verdad debe prevalecer y esto sería determinante para establecer la calidad de la obra. Para otros, por lo menos en el cine, la verdad tiene muy poco que ver con la calidad de una cinta, y esta queda relegada a un simple adorno que esta por debajo de la intención artística.

Es esta intención la que creo yo, debe prevalecer a la hora de realizar y analizar un filme. Sin embargo, existe una responsabilidad política por parte de los cineastas, de la cual no pueden huir cuando ciertas historias son contadas. Sobre todo, historias de gran carga política. 


Esto no quiere decir que yo deseche la veracidad a la hora de analizar un filme. Es erróneo pensar que la verdad solo se haya en los hechos físicos. La intención artística puede llevar tanta veracidad como cualquier registro histórico. Por lo menos en los biopics, esto es totalmente cierto.

La razón por la cual Steve Jobs excede a pesar de su inexactitud histórica, en comparación con Rush, es porque la intención detrás de la realización es honesta. Sorkin no se preocupa por tener una línea narrativa convencional, si no que prefiere crear viñetas que funcionen como ventanas a la vida del protagonista. Lo cual es brillante, ya que las energías no están puestas en la superficialidad de la exactitud, sino en la recreación de los aspectos humanos de la historia.

Aquí el cine no funciona como una fotografía, sino más bien como una pintura expresionista. Danny Boyle provee su vibrante visión, caracterizada por su caótica edición, en función de resaltar esos aspectos de los personajes que el guion busca exponer, sin detenerse en tecnicismos visuales. Las geniales actuaciones del reparto también contribuyen a la humanización de la historia, dejando que Fassbender y Winslet asuman los diálogos del guionista como suyos.


Hablando de diálogos, esta película está llena de estos. La acción ocurre por medio de conversaciones y nada más, encerrando a los personajes dentro de sus palabras. Esta es la característica más laureada de Sorkin, quien con su conocido ritmo deja que la audiencia se sumerja en las actitudes y posturas de los actores. Probablemente no sabremos exactamente de que estén hablando, solo a nivel superficial, pero si nos enteramos de quien está enfadado, quién es cínico, quien miente y quien dirige las cosas.

Todas estas cualidades trabajan en conjunto para poder formar una idea, ustedes saben, como las grandes obras de arte. La película no le interesa ser exacta porque no le interesa imprimir su particular visión de Jobs en las mentes de la audiencia, sino que provee a esta de pequeñas pistas para dar espacio a la interpretación. Estoy seguro que tanto el guionista, director y actores habrán tenido su percepción personal del personaje titular, y tales percepciones están representadas aquí. Pero están expuestas sin soberbia, sin creer que son dueños de la verdad, como diciendo “esta es nuestra visión ¿Cómo es la tuya?”

Rush no hace nada de esto porque su intención era provocar una reacción en el público y nada más. Nunca comprendió a sus personajes ni trato de encontrar el verdadero centro temático de su historia. Steve Jobs si lo hizo, porque entendió que un buen biopic no se trata de estructura o veracidad histórica, sino de la intención de representar la verdadera naturaleza de los personajes.

7/10

jueves, 14 de enero de 2016

La importancia de Spotlight (En Primera Plana)


Si vemos a Spotlight desde una perspectiva menos inmediata nos daremos cuenta que el filme es un testamento del cambio cultural que la humanidad ha tenido en las últimas décadas. En los tiempos en que otra gran película sobre periodismo fue estrenada, All The Presidents Men, el abordaje de temas que involucraran una Iglesia Católica no tan santa era mucho más problemático, casi tabú. A pesar de que la revolución sexual acababa de empezar y entraba en su apogeo, la influencia católica todavía era bastante fuerte y en muchas partes del mundo seguía siendo líder de la moralidad colectiva.

Con el tiempo, eso fue cambiando. La iglesia todavía tiene mucha influencia en mundo moderno, pero ya no es lo que alguna vez fue. El escepticismo ha sido una cualidad que ha crecido lentamente dentro de ciertos países occidentales y la religión competidora, el islam, le ha quitado el puesto número uno en lo que a cantidad de adeptos respecta. Tratar a la institución de tú a tú ya no es imposible y esta misma ha experimentado varias reformas de enfoque cultural, representadas por el actual papado. Los tiempos no son los mismos.


Y no lo son justamente porque diferentes motores de cambio cultural fueron encendidos a lo largo de la historia. Uno de ellos es el que relata Spotlight: la historia de un grupo de periodistas que revelaron el deplorable caso de curas pederastas en Boston, una ciudad tremendamente católica. Si bien, el grupo de Spotlight no fue el primero en tener contacto con estos casos, ni mucho menos los primeros en hacerlos públicos, queda claro que su reportaje marcó un momento decisivo para la percepción pública de la iglesia, dado la escala de este.

Pero rebelarse contra instituciones ancestrales no es lo único que el filme refleja en cuanto evolución cultural. La película en si no es muy coyuntural, pues la historia planteada ya había sucedido hace más de quince años. Es en la forma cinematográfica de Spotlight en donde encontramos esta evolución. Pasando por los obvios tratamientos de temas como la homosexualidad y diversidad cultural, donde el filme exhibe una obvia influencia progresista, encontramos que la visión de Tom McCarthy transciende la tradición narrativa del cine estadounidense.

El trazado de la historia es construido a partir de relatos procesales clásicos, sin embargo, McCarthy es cuidadoso al mantener un enfoque particular. De manera casi documentalista, el ojo del director, y por ende el de la audiencia, está puesto en los hechos, no en los héroes. Porque Spotlight no se trata de héroes, o de personas excepcionales. Se trata de periodistas haciendo su trabajo y vuelve al periodismo en sí, el verdadero protagonista de la película.


El director reconoce que no es necesario utilizar personajes como envases emocionales para los espectadores. McCarthy entiende que la audiencia es capaz de tener empatía sin necesidad de reflejarse en un héroe clásico. Aunque el trabajo periodístico como las entrevistas, investigaciones, y organización de información, no sean del interés total del público, este apreciara la ejecución de estas tareas porque sabe para que se realizan. Así como los periodistas en la película, la audiencia quiere enterarse, quiere indagar, desafiar a amigos y figuras públicas para encontrar la verdad. La audiencia, por un momento y gracias a la magia del cine, se vuelve periodista.

El hecho de que la película tenga el éxito que está teniendo es la última pieza que prueba mi punto. Puede que a nivel técnico no encontremos nada nuevo aquí, pero el filme es prueba viviente de que el público está cambiando poco a poco. Es prueba de que existe una demanda por historias de calidad y narraciones inteligentes. Es prueba de que la audiencia quiere y es capaz de entender buen cine.

8/10