Anoche fue el estreno colombiano de la nueva telenovela del canal Caracol. Metástasis, que cuenta la historia de Walter Blanco y su viaje hacia su lado más oscuro. Es, para el poco sabido, una adaptación, fotograma-por-fotograma, de la exitosa y aclamada serie estadounidense Breaking Bad. Puede que no haya tenido la oportunidad de escribir aquí, en Épica Sobre El Té, sobre esta serie, pero puedo asegurarles que yo fui uno de los miles y tantos fanáticos que se sintonizaron con gran emoción el final en 2013. Y así mismo, también tuve la misma reacción de desconcierto y desagrado, cuando anunciaron que un remake colombiano sobre esta serie se encontraba en producción.
Paso alrededor de un año, la novela fue transmitida primero por Unimás y Univisión, cadenas de televisión estadounidense en español. Un año que sirvió para, cada vez que se traía el tema a cuestión, hacer las quejas obligatorias sobre porque Colombia estaba jodida con su televisión y como nos copiábamos todo de los gringos, sin ser capaces de hacer algo original y de calidad. De cómo iban a travestir tan tremendo prodigio. Así que, digamos que se pudo dejar escapar un poco humo y pude recibir el estreno de ayer con cabeza más fría.
Creo que fueron las expectativas supremamente bajas que tenía, pero debo aceptar que me sentí bastante invertido en la historia, preguntándome constantemente ¿Qué va a pasar ahora? Puede que parte de esa sensación viniera del interés natural de saber si filmaban todo y tal cual como en la serie original, pero también vino de un interés natural que la novela supo provocar. Mi primera reacción no fue para nada mala.
Por lo que llegue a una conclusión: Breaking Bad es tan buena serie que hace de su bastardización colombiana, una novela bastante decente. Aunque siendo justos, no todas sus virtudes provienen de ser una copia de un ente superior. Debo aceptar que la producción logro adaptar un pueblo de Nuevo México a Bogotá de manera coherente con la historia. Mucha de la traducción del dialogo es un re-imaginario al estilo colombiano, por lo que se siente natural en su mayoría y no una incómoda y lamentable traducción de coloquialismos gringos. Me atrevería a decir que Diego Trujillo es el que tal vez peca de más en su falta de naturalidad (sospecho que al intentar emular a Bryan Cranston, protagonista de la original), pero igualmente su capacidad actoral le da para que la audiencia pueda ignorar esos pormenores.
Tristemente, dada la forma como la televisión nacional es controlada, muchas de las producciones que vemos para la pantalla chica son de una pobrísima dirección artística-visual. Esto ha sido de mis mayores problemas con las creaciones nacionales. Podríamos decir que en estas novelas, la intención cinematográfica es inexistente. Es aquí donde veo que Metástasis da un movimiento hacia adelante. Obligada por la misma naturaleza cinemática de la original, la novela contiene una diversidad de ángulos y movimientos de cámara, y por una de las muy pocas veces en la televisión colombiana, intenta construir una narrativa con la cámara. Ahora, no es la visión más innovadora, pero definitivamente es un paso en la dirección correcta.
Nuestra televisión está invadida por programas que comen del morbo circunstancial del público. No les interesa construir una audiencia capaz de pedir productos de calidad. Curiosamente, ayer también fue el estreno de la novela basada en el cantante vallenato Diomedes Díaz. Un propio ejemplo de poca intención evolucionaria. Las cadenas de televisión depredan sobre la vida de la farándula colombiana, para después vender una ficción a un público que la cree totalmente verdadera (cuando no lo es). No hay calidad, no hay visión, no hay intensión hacerse crecer a sí mismos o a otros.
Metástasis no es tan lejos de estos juicios tampoco, en fin, es una copia de los gringos, así que la originalidad no es algo en la que podemos etiquetarla. Pero hay una intención de contar una historia diferente. Ojala que algo de la serie original logre transmitirse por esta novela hacia la audiencia colombiana, para que cada vez, poquito a poquito, pidamos un poco más de calidad en las ficciones que nos cuentan. Que nos permita creernos una historia y no aceptarlas porque es lo único para ver, y que los creadores y artista colombianos tomen nota, y aprendan a beber de las grandes fuentes que el mundo ofrece, para que así, algún día, produzcamos algo que sea memorable y que trascienda.
Para el que nunca ha visto o sabido sobre la serie original, este no sería un mal momento para enterarse de como se hace una historia casi perfecta. Mire la adaptación colombiana, si sigue como este primer episodio promete, creo que será una experiencia decente. Después, saque el tiempo, pague los catorce mil pesos (o en su defecto, use el mes de prueba), y mire en Netflix una de las mejores producciones que la televisión gringa ha podido parir en su historia.
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