jueves, 19 de febrero de 2015

Whiplash en una escena final


A quienes creen que la conclusión de una historia es una de las partes más importantes de esta. Es el lugar donde el espectador encuentra un cierre a la experiencia. La atadura de todos los cabos, la conclusión definitiva. Los héroes y villanos de la historia pasaron de un punto A un punto B (o «Z» en su defecto) y recibimos como sugerencia por parte de la historia, soltar a estos personajes que hemos estado acompañando. Los finales, supuestamente bien hechos, nos obligan a irnos con una nota en la mano, donde leemos una pequeña reseña del futuro que deparara de estos protagonistas. Y no dudamos. 

Personalmente, encuentro este tipo de finales correctos, mas no interesantes. Un conclusión es precisa para redondear la experiencia, eso lo sé, pero al darle final así no más, nos perdemos del poder sugestivo que las grandes historias nos pueden dar ¿No sería mejor que aquella nota que nos entregaran al final de una función, estuviera en blanco? Seria infinitamente mejor que con ella nos dieran un lápiz y la instrucción «Hágalo usted mismo». No es la herramienta más eficaz, de hecho, no sirve para todo tipo de historia. No estoy abogando por la institucionalización de este tipo de finales. Sin embargo, en el caso necesario, el final abierto nos puede dar una cercanía tal con los personajes, que forma un lazo de confianza entre la historia y el espectador. Un contrato, en el que el segundo tendrá que tomar las riendas y terminar al primero. 

Whiplash cuenta la historia de Andrew Neiman, interpretado por Teller, como un talentoso  baterista, obsesionado con el Jazz y Buddy Rich, y con ínfulas de querer ser de los más grandes músicos. Esos sueños pasan por la experiencia más difícil, al encontrarse con su nuevo profesor. Terrence Fletcher, en la piel de JK Simmons, es un tirano de la música quien acabara emocionalmente con Andrew y lo llevara hasta el límite mental y físico.


Después del viaje por el que Whiplash nos hace pasar, no existía otra manera más memorable que el final abierto, para hacer honor a esa relación entre espectador e historia. La escena final de la película de Damien Chazelle representa todos los temas que la cinta abarca, dentro de una espectacular secuencia, digna para estar al borde del asiento. Porque es ahí donde encontramos el conflicto permanente de la historia que comprende el amor por el arte y lo tortuoso de aprenderlo. Magistralmente editada, la escena final nos narra sin palabras, una historia donde la lucha entre el protagonista y antagonista ha llegado a tales límites, que en vez de cancelarse entre ellos mismo, encuentran armonía por una pasión mutua.

Quise en un momento hablar de la experiencia total de Whiplash, pero siento que con solo ver su final es suficiente, y que por más que describa las cualidades de la película, no será bastante para hacerle justicia a tan tremenda conclusión. Las actuaciones que JK Simmons y Miles Teller ofrecen son de calidad cirujana. Chazelle permite en su dirección que ambos actores florezcan en una química de amor/odio, donde es claramente perceptible una intertextualidad en sus actuaciones. Puede que una vista superficial al filme limite la interpretación de este como una simple lucha entre héroe y villano. La verdad es que la relación de los dos personajes va más allá de una simple trifulca entre un estudiante incomprendido y un profesor terriblemente intransigente. En la escena final, entendemos al fin, que es sobre dos titanes que luchan por encontrarse en el mismo punto.


Puede que exista un debate alrededor de la verdadera naturaleza de Whiplash. Quien haga y ame la música argumentara, tal vez, que este arte no se forma de la manera como es presentada en la cinta. Richard Brody, crítico del New York Times, señala que aprender música no conlleva al sufrimiento, sino todo lo contrario. Según él, Whiplash no se trata sobre la música. Es cierto, no lo es. No es sobre la historia del jazz, ni sobre las grandes influencias como Miles Davis, John Coltrane, Thelonious Monk o Louis Armstrong. No es una oda a la interpretación tampoco. Es una lucha, es un desafío para la misma humanidad de su protagonista, quien no ve otra opción que presionarse para llegar a ser el mejor o perecer ante las hostilidades, no solo de Fletcher (que es un hijo de puta), sino del arte mismo. Para mí, el debate sobre la ética de los personajes pasa a un segundo plano, porque prefiero comprenderlos y montarme en el viaje de ellos e intentar ver el mundo como ellos lo ven. Incluyendo fallas y defectos.

Solo al ver el filme de esta manera, es que creo que la catarsis que produce su final es más esclarecedora. No son necesarias las palabras, sino las miradas, las expresiones de cansancio y éxtasis por igual. La tocada de la música. La llegada a una meta que abre caminos, que concluye pero sugiere más. Que nos invita a que redondeemos la historia nosotros mismos y encontremos nuestra propia conclusión.

9/10

viernes, 13 de febrero de 2015

¿Por qué BIRDMAN debería ganar el premio de la academia?


Entre los contendientes del premio de la academia a la mejor película se encuentra Boyhood, filme de Richard Linklater que ha cautivado a los críticos de su país y que le ha asegurado un puesto entre los más prestigiosos cineastas. Un prestigio viejo que esta vez tiene sabor a academia, porque Linklater siempre ha sido un gran director. Dado que los críticos perdieron la cabeza con su último film, obviamente era esperado ver como se formaba una nube de snobismo sobre cualquier conversación que tuviera como tema a Linklater y Boyhood. Es por esto, y muchas otras cosas, como dije ya en el pasado, que esta película será la ganadora del premio a la mejor película del año.

No tenía problema con eso. Boyhood es una gran película. Aunque, no por las razones que el público, en su mayoría, piensa. Realmente, no hay mucho de especial en filmar una película durante una semana todos los años. Si bien parece la gran proeza, en la sala de edición nos damos cuenta que no lo es. La grandeza de Boyhood no se encuentra en su parte técnica (de hecho, es ahí donde se encuentran ciertas falencias) sino en su tono vanguardista y en su presentación estética que recuerda a un performance. No todos pueden estar de acuerdo. Habrá los que dicen que es un gimmick, un truco, una fachada para vender la idea al público. Pero si analizamos el peso que la realización tuvo dentro de la historia, nos daremos cuenta que las sensaciones y reflexiones que el filme expone, no hubieran sido posibles sin ser realizado como lo fue. Además, Linklater es un excelente escritor de personajes, lo cual completa una experiencia más completa.


He de aceptar que los términos se vuelven algo abstractos cuando se intenta justificar a Boyhood. Inclusive, hasta expresiones como «Tiene un no sé qué» podrían ser utilizadas. No siendo algo malo, creo que las más grandes películas no hacen eso. No dejan a un espectador en duda. No dejan que nos preguntemos si acabamos de ver una obra maestra o nos estafaron intelectualmente. Está bien si la ambigüedad invita a la reflexión del cine como arte y forma de expresión, pero pareciera, en el caso de Boyhood, que tal invitación se queda en una fiesta que no se realiza nunca.

Donde sí creo que hay fiesta y hay mucho por celebrar es en la última cinta de Alejandro Gonzales Iñarritu. Birdman es el mejor acierto cinematográfico que se haya filmado en Estados Unidos desde hace mucho tiempo. Coincidencialmente, pareciera que también quisiera venderse como un perro de un solo truco, pero vaya que esta errado el que piense así, porque la experiencia que Birdman ofrece es sin precedentes.

Las cualidades que encontramos en la cinta van más allá de lo técnico, pero entendería a cualquiera que no pudiera dejar de hablar sobre ello. El trabajo que Iñarritu y su DP, Emmanuel “Chivo” Lubezki, ensamblaron, es de locos. Experimentos de filmar una película como un solo plano secuencia ya se habían hechos antes. Muy famosamente por Alfred Hitchcock en la «La cuerda» y por el director ruso Alexander Sokurov por su aclamada «Arca Rusa». Podríamos decir, que Iñarritu sigue la misma línea, la misma ambición técnica, y la lleva un poco más lejos. Cuesta imaginarse como lo hicieron. A pesar de lo aparatoso de la realización, la fotografía es muy consistente y la identidad grafica de la película se mantenía durante toda su proyección. Es cuestión de cirujanos, de maestros que ensamblaron todo perfectamente para que el cuadro nunca quedara vacío.


El plano secuencia en la película no tiene los problemas, que tal vez, Boyhood enfrenta al ser interpretada por el espectador, e Iñarritu toma una acertadísima decisión de no pavonearse de sus maromas técnicas. Al enfrentarnos a la idea de que Boyhood fue filmada durante 12 años, pareciera que tuviéramos que forzarnos para dar una interpretación de tal hecho ¿De verdad importa? ¿La historia hubiera sido diferente si se hubiera filmado durante 3 meses? Yo creo que no, pero habrán los que piensa que sí. El uso del plano secuencia en Birdman no sufre de tales dudas porque no está para impresionar o para hacer movimientos estrambóticos, sino para contar una historia. En reiteradas entrevistas Iñarritu ha dicho que buscaba un efecto de encerramiento que la edición en cine no permite. Al no cortar la imagen, atrapa a sus personajes en una sola secuencia de eventos de la que no pueden escapar con una simple elipsis. Por eso es que la cámara es humilde, y solo se limita a seguir los personajes, a enfocarse en objetos o circunstancias cuyo único propósito es contar una historia. Tal vez Brian de Palma no estaría de acuerdo con esto, pero para mí es brillante, porque no distrae a la audiencia de lo que de verdad importa, que es lo que a Alejandro le importa mostrarnos: la lucha de sus personajes.

El interés al contar una historia en los filmes de Iñarritu se concentra en el viaje emocional de sus personajes. Sus obras anteriores lidian con los mismos temas de lucha y tragedia, pero coincido con algunos, que aquellas películas se manejaban con una carga emocional tal, que podía dejar exhausto al espectador. Esos temas se siguen manejando en el cine de Iñarritu, pero esta vez bajo un tono de comedia, lo cual es muy bien recibido. Soy fanático de los estudios de personaje y de cómo estos se enfrentan con sus problemas, pero que Iñarritu me presente esto de una forma tolerable, en la que incluso, uno se pueda reír de sí mismo, representa una clara evolución en su cine.


Alejandro extiende sus límites artísticos a tal punto de alejarse del realismo que tanto lo caracteriza. Bien sabido es su desdén por películas llenas de efectos especiales y superhéroes. Pero a la hora de utilizar las mismas figuras icónicas de este tipo de cine en Birdman, se nota que disfruta haciéndolo. La incorporación de elementos del realismo mágico para comentar sobre la psiquis del personaje es ingeniosa y da para una de las escenas más divertida de la película. Hablando de estas escenas, creo que hacen parte del único (minúsculo) problema que tengo con el filme. Si bien el final de la película es el único punto que nos hace preguntarnos sobre la realidad que estamos viendo, muchas de las escenas oníricas que se presentan en la cinta son justificadas dentro de un marco de la realidad. Iñarritu, en vez de seguir con el juego, pudiendo sugerir muchas más cosas, prefiere poner los pies de la audiencia en la tierra, y sacarnos del sueño. Me imagino que agarrado de esa realidad que tanto ama.

Y al mismo tiempo que realiza estos estudios de personajes, establece un comentario sobre la industria cinematográfica, la forma como la crítica mal enfocada perjudica al arte y la lucha misma del artista y su dualidad como persona natural que busca ser amada. No es extraño que introduzca en el filme el  grandioso cuento escrito por el legendario Raymond Carver «What We Talk About When We Talk About Love» (De qué hablamos cuando hablamos del amor), cuya idea central se alinea con la de la cinta y nos hace esa misma pregunta ¿Qué entendemos por amor? ¿Cómo lo diferenciamos de la simple admiración? El protagonista, quien en su época fue muy reconocido, hoy lucha por ser amado de nuevo, pero por algo que valga ¿Qué vale para nosotros? ¿Cuál es la diferencia de ser grande en el teatro o en el cine de blockbusters? Como dice Iñarritu, todo reside en el ego y como este puede ser tan fuerte que lo escuchamos como una voz dentro de nuestra cabeza.

La carrera todavía sigue y todavía creo que Boyhood se llevara la estatuilla. No creo que sea la mejor película de Linklater. Esa todavía está a la espera, y pues, si gana un premio de la academia, tampoco sería lo peor. Birdman, por otro lado, tal vez no se lleve el oro, pero formara legado sobre lo que es hacer verdadero y gran cine. 

10/10

lunes, 9 de febrero de 2015

10 Grandes peliculas sobre periodismo



Decir mejores puede sonar exagerado (con algo hay que llamar la atención) pero puedo asegurarles que cualquiera de estas películas merecería estar en el «Top» de alguna persona. Siendo este el día de los periodistas (¡Feliz día!) creí oportuno ensamblar para ustedes una pequeña lista de títulos notables, que tengan que ver con el ejercicio del periodismo. Puede que no encuentre algún título que tenían en mente, pues existen bastantes, pero estos son los que siento que abarcan diferentes experiencias en el periodismo, así que no se sulfuren porque no puse a Ciudadano Kane u otra obra maestra que pase por alto (En fin, es mi lista).

Así que, sin más preámbulo, de la más reciente a la de «por los años upa», estas son:

Nightcrawler




Nightcrawler fue una de las sorpresas del año pasado y en un artículo anterior pude expresar mi decepción por la falta de reconocimiento. Jake Gyllenhaal realiza uno de los mejores papeles de su carrera, como Lou Bloom, un obsesionado trabajador que entra al mundo de las noticias judiciales y hará lo que sea (lo que sea) por llegar a ser el mejor. Rene Russo encarna otro gran papel, como la ambiciosa directora de un pequeño canal de noticias. Lo que hace realmente grande a Nightcrawler es la reflexión que el espectador encuentra dentro de una historia vibrante. Una crítica simple y de corte satírico, donde los medios estadounidenses quedan señalados por su amarillismo y sensacionalismo. No muy lejano de la realidad aquí en Colombia… ejem.


Frost/Nixon



Probablemente, en la vida real los eventos tuvieron que ser menos glamurosos o impactantes, pero la traducción cinemática que Ron Howard realiza de la famosa entrevista es claramente emocionante. Después de renunciar a la presidencia, el expresidente Richard Nixon decide volver a la luz pública y escoge a David Frost, un periodista y comediante, para su primera entrevista en tres años, desde que dejo la oficina. Los que realmente venden la película son los dos actores protagónicos, Michael Sheen (Frost) y Frank Langella (Nixon), cuyo enfrentamiento en pantalla como periodista contra entrevistado es sensacional. Langella realiza un retrato bastante íntimo del expresidente, y aun sin parecerse físicamente, lo evoca con facilidad.  


Capote



Si me leen con regularidad saben que todavía faltan dos partes para el especial de Truman Capote. Decidí poner esta película en la lista como un adelanto, y como ejemplo de uno de los mayores exponentes del «nuevo periodismo». Capote relata la investigación que Truman Capote llevó a cabo para la posterior publicación del libro que lo haría tremendamente famoso, A Sangre Fría. No es precisamente sobre el oficio como tal, pero definitivamente es un grandioso estudio de personaje de alguien que cambio la literatura y el periodismo de su país para siempre. Phillip Seymour Hoffman entrega lo que sería su papel ganador del Oscar, y una de sus mejores interpretaciones de su carrera (sino de la historia).

Good Night and Good Luck




Es difícil que ha uno no le caiga bien George Clooney, El tipo además de carismático, ha demostrado que puede actuar con gran altura. Y dirige películas decentes también. No tanto como su última The Monuments Men, pero anteriores esfuerzos como The Ides of March o su opera prima Confessions of a Dangerous Man son experiencias positivas. La más positiva de todas, y la que considero su mejor filme, es Good Night And Good Luck, que cuenta la historia del reportero para la CBS Edward R. Murrow y como decide enfrentarse contra la paranoia estadounidense del comunismo de los años 50 y su perpetrador, el infame senador Joseph McCarthy. Filmada en un hermoso blanco y negro, la película se centra en el costo personal y emocional de los periodistas, al enfrentarse a instituciones que parecen intocables.


Anchorman: The Ray Burgundy Legend




Hombre, que puedo decir, había que ponerla (si, antes que Citizen Kane). Puede que no aprendas muchos sobre el periodismo viendo Anchorman, pero probablemente pases un muy buen rato. Will Ferrell interpreta a Ray Burgundy, el mejor presentador de noticias de San Diego, que se ve amenazado cuando ponen de compañera a una ambiciosa reportera, dentro de un ambiente controlado principalmente por hombres. Una genial sátira sobre los reporteros de los años 70 y los inicios de los movimientos feministas. Si eres aficionado al humor que Ferrell suele hacer (¡¿Cómo no?!) esta es la película para ti.


Almost Famous



Cameron Crowe es el rey de las comedias dramáticas para «hacerte sentir bien», pero con Almost Famous logra ir más allá, con una historia donde puede desplegar su obvio amor por la música, y sus personajes llenos de peculiaridades que tanto le encanta escribir. La película cuenta la idílica de historia de un joven introvertido de secundaria con un talento para escribir, y como se hace pasar por un periodista profesional para escribir un artículo de la revista Rolling Stone sobre una de sus bandas favoritas.  Establecida en los años 70, con innumerables referencias al hard rock de la época, seguro que un fanático de la música la apreciara.  Obviamente, esta también el componente del periodismo, y el sentido de aventura que se puede encontrar en la investigación del oficio.


The Insider




Los noventas fue una buena década para Michael Mann. Además de estrenar su pieza de acción Heat, que hoy en día sigue siendo referente de este tipo de cine, termina la década con una cinta nominada al Oscar y protagonizada por Al Pacino y Russell Crowe. Cuanta la historia de la vida real sobre un químico que trabaja para una tabacalera y decide salir en el famoso programa «60 minutes» para exponer ante el público todas las irregularidades que la empresa tenía en la fabricación de los cigarrillos. Pacino encarna a Lowell Bergman, el feroz productor del programa que por hacer su trabajo, se encuentra en riesgo de perder este. Interesante mirada de la relación entre los medios y las corporaciones que en grande o poca medida controlan a estos. Si quieren olvidarse del chasco que fue BlackHat, la última de Mann, esta sería una buena para quitarse el mal sabor de boca.


Fear and Loathing in Las Vegas




Hunter S. Thompson es tal vez uno de los seres humanos que más furiosamente vivió su vida. Thompson inspiraba en sus escritos las sensaciones más viscerales de la humanidad y lo expresaba como cualquier conversación en un bar. Una de sus novelas más reconocidas, Fear and Loathing in Las Vegas, fue en un inicio, un trabajo periodístico. Hijo del «Nuevo Periodismo» Thompson invento su propio género periodístico, llamado Gonzo, en el que el reportero se coloca como un personaje más en la noticia, y que hoy en día sigue influenciado a muchos periodistas. Su libro fue adapto por Terry Gilliam, quien tal vez era el único director capacitado para hacerlo y cuenta la historia del viaje de Thompson a Las Vegas para hacer un reportaje, acompañado de su abogado. Allí descenderán dentro de una espiral frenética de drogadicción. Tal reportaje nunca se realizó, sino que dio para crear la novela, la cual funciona como una sátira crítica sobre la cultura de las drogas, la legislación contra esta, y el fracaso de la contracultura de los 70.


All The President's Men




En las clases de historia de los medios y en por lo menos cualquier conversación sobre la importancia de la prensa, los nombres de Bob Woodward y Carl Bernstein aparecerán en medio. Involucrando a Nixon de nuevo, este sería el caso que lo haría renunciar a la presidencia y cuenta como los dos periodista, en un esfuerzo investigativo, revelan el caso Watergate y su subsecuente escándalo en la Casa Blanca. Muchos iconos de la cultura popular quedaron establecidos por esta cinta, como la expresión «Follow the Money» o la figura Deep Throat (Garganta profunda) quien sería el informante de los periodistas. Dos de los roles más identificables de Hoffman y Redford, y el esfuerzo cinematográfico que vuelve popular el concepto del poder de la prensa.


Network



Una cadena de televisión explota cínicamente los desvaríos y revelaciones de un ex presentador trastornado sobre los medios de comunicación para su propio beneficio. Esa es la premisa de una de las mejores sátiras de la historia del cine, y una favorita personal. Network es un viaje de locura y fuerza, que con gran inteligencia ridiculiza la forma en que los medios de comunicación intentan volverse más entretenimiento que noticias, y como el público ignorantemente lo acepta. Con una actuación espectacular de William Holden y Faye Dunaway, Network revisa en la idea de cómo los medios crean la realidad de sus espectadores y como esto puede ser un poder para manejarlos. Una gran merecedora del premio de la academia de ese año.


jueves, 5 de febrero de 2015

American Sniper: el retrato de una moralidad decadente.

Debo aceptar que este cartel es fantástico

La película en si


Las sensibilidades de Clint Eastwood como director son más apreciables, creo yo, en el desarrollo de sus personajes. Podríamos atribuirle esto a que mucho de su carrera fue construida como actor, adquiriendo las herramientas que utiliza cuando se sienta detrás de la cámara. Es por ello que creo que American Sniper es uno de los mejores estudios de personajes que he visto del último año. Como historia y representación de la realidad, no mucho. A pesar de las cualidades que favorecen a la película, estas son ensombrecidas por el pobre tratamiento del director con los hechos.

American Sniper está basada en las exitosísimas memorias de Chris Kyle, el SEAL más mortífero y efectivo francotirador de la historia militar estadounidense. Con más de 255 blancos acertados (160 confirmados por el pentágono) durante la guerra en Iraq, Kyle pasó a la historia y dentro de un país tremendamente nacionalista, se convirtió en una celebridad. La película, no estando basada al pie de la letra, decide embarcarse en el terrible viaje emocional que Kyle enfrenta en las 4 misiones en que participó en medio oriente.

Portada del libro original

La fortaleza del filme descansa sobre ese enfoque. Bradley Cooper sorprende con una tremenda actuación, en la que encarna a Kyle de manera absoluta. Parte de su físico tiene que ver con el éxito de la actuación, para la que Cooper logró obtener más de 50 libras de su peso normal, creando una imagen mucho más grande de su habitual. No siendo todo, Cooper logra captar esa presencia o aura (o como le quieran llamar) tan propia del estadounidense sureño de Texas, el propio «cowboy». Los ideales de extrema derecha que el soldado tuvo en la vida real, emanan de los pequeños detalles, humor y ademanes que Cooper uso para interpretarlo.

La historia, antes que en la guerra, se centra en el aspecto emocional de Kyle. Su extremo patriotismo y sus lesiones post-traumáticas son captados por Eastwood solo como él lo sabe hacer, y se aprovecha del gran talento de su protagonista para crear una narrativa a partir del estado emocional de este personaje. La película es llevada en los hombros de Kyle y sus decisiones. 

Los triunfos de American Sniper son gratos, demuestran que el director de 84 años todavía puede ensamblar un filme de gran impacto. Pero hubo dos problemas, o más bien, dos aspectos por los que la película no logra mantener su propio peso. Podríamos decir que uno de estos aspectos es menos importante que el otro, así que empecemos por ahí.

El mismo Copper le movía la mano para que pareciese que estaba vivo

Siendo tan buen desarrollador de personajes, Clint Eastwood parece estar perdiendo ojo para otros detalles, que lastiman por igual la experiencia en el cine. Ahora, este tipo de cosas técnicas pueden ser pasadas por alto en la mayoría de los casos, pero los defectos eran tan notorios que me siento obligado a mencionarlos. Como el bebé por ejemplo. Varios medios habían mencionado sobre la utilización de un muñeco para las escenas en que este aparecía. Nunca creí que fuera tan notorio, pero ¡Oh sorpresa! lo era. El peso se sentía raro en los brazos de los actores, e incluso intentaron animarle un bracito para generar una ilusión de vida, lo cual se veía horroroso, pareciendo un filme amateur.

Los momentos de alta tensión eran acompañados por una partitura bastante inusual, llena de sonidos sin armonía y ruidos rotundos, que sin embargo siento que funcionaba. El problema es que junto a esto, venían las escenas de acción, que aunque bien ejecutadas, estaban llenas de la peor sangre generada por computador que he visto desde The Expendebles 2. Esto y la tormenta de arena (más falsa del mundo) que aparece en el tercer acto, sacaban al espectador (o por lo menos a mí) de una experiencia de inmersión.

Como dije, no es tal vez el más grande de los problemas, pero en los momentos en que uno como espectador desea lograr una conexión emocional con los personajes y se atraviesa un error de estos, no le queda a uno más opción que estallar de risa. Tenía en la pantalla una lágrima que salía del ojo de Sienna Miller (cuya actuación es espectacular) y no podía dejar de pensar en lo ridículo del muñeco que tenía en brazos.


En territorio escabroso


Los efectos especiales pueden ser objeto de crítica, mas, si son bien intencionados, creo que no afectan un consenso general de una película. Lo que si afecta, es el reflejo de la realidad que tal filme pueda proveer. La guerra de Iraq es un asunto tan joven, que creo no puede ser tratada como una película de la segunda guerra mundial. Los factores que dieron rienda suelta a ese conflicto, todavía son relevantes en la actualidad, y creo que el romantizar los hechos, y hablar de héroes y villanos, es frivolizar un tema que ha causado tanto dolor.

No creo que Eastwood haya contemplado, o analizado bien el contexto del filme que realizó. Es bien conocida su figura política pública, y su posición reprobatoria ante la guerra. No es nuevo con el género bélico y sus dos anteriores películas de guerra son claras declaraciones contra esta. Letters From Iwo-Jima es un desgarrador relato sobre la falsa honorabilidad que el extremo nacionalismo genera en civiles inocentes y que todos deberían ver.

Y creo que Eastwood quiso repetir su misma declaración con su último filme. No obstante, sin saberlo, se había embarcado en crear una perturbadora propaganda imperialista (si me permiten la mala palabra).


Ciertas partes de la historia ofrecían pistas para reconocer la insensibilidad de la película.  El retrato que se hace de los iraquíes no solo afecta moralmente a la cinta sino también, desde un punto de vista estético. Al disminuir la complejidad de los antagonistas, el filme exhibe unos villanos ridículos y caricaturescos, quitándole seriedad al conflicto que presenta la historia. De una naturaleza diabólica, salida tal vez de una película de Disney (pero mucho más violenta), estos personajes son terriblemente irreales y refuerzan un estereotipo de la región retrogrado e irresponsable.

Esta es tal vez la cinta más orientada a la acción de Eastwood, llena de momentos de agitación y temor, muy bien construidas. Pero hubo otros momentos a los que solo puedo ponerles la etiqueta de «pornoguerra», donde, tal vez intentando mostrar los horrores del conflicto, se pasaban de ridículos. Hubo escenas extremadamente gráficas, con el solo objetivo de ser y nada más, de afectar al público, pero sin que reflexionen mucho.


Tal vez lo más perturbador es la celebración de las hazañas de Kyle. Si bien era un soldado haciendo su trabajo, sus actos eran de tambaleante moralidad. El filme, en vez de abrazar esta ambigüedad, reflexionar sobre los actos de guerra y la posición moral del soldado en estos, decide en vez, presentar a Kyle como un héroe, casi un mártir que da su vida por su país.

Este asunto se retuerce más al saber de donde es sacado el material para la película. El libro que publicó Kyle, fue atacado por la crítica dada la forma como él se presentaba a sí mismo, como un obsesionado por matar iraquíes, cosa que le parecía de lo más «divertido». Los pedazos de dialogo que dejaba salir de su boca eran constantemente citados:

«I couldn’t give a flying fuck about the Iraqis» (No me podría importar ni una mierda los iraquíes)

Juzgar a Kyle como persona me importa menos que juzgar su libro y su posterior adaptación y como afectan a un público. Claramente tienen un alcance grande, ya que el libro es un best seller, y la película ha recaudado más de 300 mil millones de dólares, convirtiéndose en el filme más rentable de su director. Y creo que no es por la controversia, sino porque ese mensaje está calando en la gente. La forma como la información es presentada, es manipuladora al propio estilo propagandístico. Mi propia experiencia en la sala de cine me lo dejaba en claro, cuando escuchando conversaciones (sí, yo escucho a la gente que habla en los cines) no dejaba de oír sobre lo pobrecito que era el soldado y como esa gente de «allá» eran tan barbaros.

Escena terriblemente ejecutada ¡TERRIBLE!

El punto más incómodo lo alcancé en los momentos en que el asesinato de niños es considerable y necesario. Viéndolo en retrospectiva, podría describir la sensación que sentí como repugnancia. A pesar de que en un zona de guerra este tipo de situaciones se pueden llegar a dar (en nuestro mismo conflicto colombiano existen registros de niños que manejan armas desde los ocho años), el hecho de que el filme no tomara responsabilidad por tales imágenes no me dejo tranquilo. Pareciera que incluso celebrara tales actos, que dijeran que aquellos niños «se lo buscaron», cuando un culicagado de esos, ni siquiera es capaz de tomar esas decisiones. Los iraquíes muertos quedaban tumbados en la tierra como cualquier basura, con su país destrozado, mientras los soldados americanos que fallecían eran llevados en ataúdes y se les daba una adecuada sepultura.

¿Fue un accidente? ¿Una metida de pata? Probablemente no. Clint Eastwood tenía muy en mente el filme que quería realizar, y en gran parte lo logró. Ante las críticas que ha recibido por la película, él se ha defendido alegando sobre el estado emocional que «los soldados que se reincorporan a la vida civil junto a sus familias tienen que sufrir, como Chris Kyle lo hizo». Si es en ese sentido, la película lo hizo esplendido, pero tristemente ignoró el contexto en que se desarrollaba, porque en la cinta no se desarrolla ningún conflicto ficticio, o alguna guerra de hace muchos años. No, el conflicto que aquí se presenta fue la farsa de la invasión a Iraq por parte los Estados Unidos, que hace a penas en el 2011 retiró sus tropas de ese país, y por más que Eastwood quisiera relatar la historia del sufrimiento emocional de su protagonista, falló en entender que la historia no podía ser nada más sobre él, sino sobre todos a su alrededor.

5/10
Mira lo que dicen los críticos del mundo

martes, 3 de febrero de 2015

Especial de Truman Capote (Parte I de III): A Sangre Fría, la novela


El libro


En 1966 el mundo tuvo en sus manos uno de los libros que revolucionaria la literatura norteamericana para los años que vendrían. In Cold Blood, A Sangre Fría, fue el libro que estableció a Truman Capote como uno de los grandes, uno de los duros de la literatura en su propio país. Significó el punto cumbre de su carrera y al mismo tiempo su final, ya que Capote no volvería a escribir otra novela y se dedicaría a formar su polémica imagen pública.

Con la publicación del libro, se vino también el surgimiento de un género literario nuevo, bautizado por el autor de la novela como «Non-fiction» que escabrosamente traduce a «No ficción». El novelar hechos de la vida real fue un referente no solo para la literatura en general, sino incluso para el periodismo y hoy en día, tal oficio sigue siendo inmensamente influenciado por el trabajo de Capote. Cabe aclarar que existe un debate sobre la «creación» de tal género, ya que en 1957, el argentino Roberto Walsh publicó una obra con un estilo similar llamada Operación Mascare. De una u otra forma, la literatura había sido cambiada para siempre, y otros autores como Tom Wolfe y Guy Talese, extendieron el estilo para formar lo que hoy en día se conoce como el «Nuevo Periodismo».

La familia Clutter

La novela de Capote relata un crimen perturbador en el que la familia Clutter (Padre, madre, hijo e hija) son asesinados dentro de su propia casa en un condado de Kansas. La historia sigue a los asesinos, Perry Smith y Dick Hickock, desde su concepción del crimen hasta su posterior captura y ejecución. Capote despliega la gran investigación que le tomo 6 años para poder terminar el libro y crea los retratos de estos personajes al punto de ser casi tangibles.

A pesar de que la naturaleza de la historia sea casi lineal, es ahí cuando el género de la no ficción entra en juego. La narrativa se parte, se endulza para formar un efecto emocional, y escoge bien que pedazos de información nos deja saber, para formar un entramado con desenlace contundente. Somos testigos de, no solo los crímenes que aquí ocurren, sino su consecuencias a su alrededor. Como el pequeño pueblo de Holcomb es agobiado como un punto de foco para la prensa de un país tan grande como E.U. Como sus habitantes ceden a la presión por el miedo de que algo así vuelva a suceder, de que ya no están tan seguros como creían. Como el trabajo policial se puede volver tan obsesivo y personal.

La información que Capote es capaz de condensar y enseñar a sus lectores de una manera tan atractiva es lo que permite el reconocimiento del libro. Sobre todo, teniendo en cuenta que es un caso de la vida real. La escritura del autor humaniza a los personajes, incluyendo a los criminales y permite adoptar una pluralidad de sentimientos hacia estos. Los asesinos son el centro de atención y Capote intenta darles valor como persona. Vemos como Perry y Dick mantienen su humanidad a pesar de que básicamente, el estado los haya expropiado de ella. Sobre todo Perry, quien su sensibilidad e inteligencia parecía ser objeto de la fascinación de Capote.

Perry Smith y Dick Hickock

Es sobrecogedor terminar una novelización de un hecho tan atroz. El que nos presenta una historia de esta manera nos permite acercarnos más a los hechos, que de otra manera, habríamos pasado por alto. El primer contacto que Capote tuvo con este caso fue por un pequeño bloque de texto en el New York Times de tan solo 300 palabras:

Un agricultor de trigo rico, su esposa y sus dos hijos pequeños fueron encontrados muertos a tiros hoy en su casa. Habían sido asesinados por disparos de escopeta a corta distancia después de ser atado y amordazado. El padre, de 48 años de edad, Herbert W. Clutter, se encontró en el sótano con su hijo, Kenyon, 15. Su esposa Bonnie, de 45 años, y una hija, Nancy, de 16, estaban en sus camas. No había señales de lucha y nada había sido robado. Las líneas telefónicas se habían cortado. "Este parece ser el caso de un asesino psicópata", dijo el alguacil Earl Robinson. Clutter fue fundador de la Asociación de Productores de Trigo de Kansas. En 1954, el presidente Eisenhower lo nombró para la Administración de Crédito Agrícola, pero él nunca vivió en Washington. El consejo representa a los distritos de crédito agrícola los doce en el país. Clutter sirvió a partir de diciembre de 1953 hasta abril de 1957. Se negó un nuevo nombramiento. Él era también un miembro local de Estabilización de Precios de la Junta Directiva del Departamento de Agricultura y participó activamente con la Asociación de Productores de Trigo Great Plains. La finca Clutter y el rancho cubren casi 1.000 acres [22] en una de las zonas más ricas de trigo. Clutter, su esposa e hija estaban vestidos en pijama. El muchacho llevaba pantalones vaqueros y una camiseta. Los cuerpos fueron descubiertos por dos de sus compañeros de clase de Nancy, Susan Kidwell y Nancy Ewalt. Sheriff Robinson dijo que la última comunicación informaron con el señor Clutter tuvo lugar ayer por la noche alrededor de las 9:30 de la tarde, cuando la víctima llamó a Gerald Van Vleet, su socio de negocios, que vive cerca. El Sr. Van Vleet dijo que la conversación se había tratado a la granja y rancho. Dos hijas estaban lejos. Son Beverly, un estudiante de la Universidad de Kansas, y la señora Donald G. Jarchow de Mount Carroll, Illinois.

Pensar que un artículo tan impersonal pudiera ser la génesis de una historia tan íntima nos deja ver la importancia de tal obra. Nos permite conectarnos con el lado más humano de las historias que más nos desentendemos y más deshumanizamos.

Fabricaciones y polémicas


Un libro tan grande nunca queda exento de polémicas y declaraciones que tiendan a cuestionarlo. Especialmente cuando la premisa de este consiste en el relato de una historia de la vida real. Capote afirmaba de forma vehemente la veracidad del libro y de cómo era «cien por ciento verdadero».

Varias personas salieron al público cuestionando la veracidad. Periodistas como Phillip K. Tompkins, que realizó su propia investigación sobre el caso y descubrió que ciertos eventos narrados por Capote no ocurrieron de tal manera o no ocurrieron de ninguna forma. Aunque reconoció el libro como una obra de arte, si reflexionó sobre la veracidad de los eventos  de cómo estos pueden llegar a herir su reputación con sus lectores.

Muchos otros salieron a la luz para señalar más incongruencias, incluso personajes que aparecen en libro. La reputación de Truman Capote nunca se vio herida, sino más bien, se agregó al gran enmarañado que era su imagen pública. Capote era conocido por su personalidad de contracultura, su presencia en la farándula neoyorquina, y sus mentiras de vez en cuando. Tan establecida esta su imagen, que no es raro pensar que Capote haya agregado o cambiado uno que otro aspecto de su libro para alcanzar un efecto dramático.


Un periodista de los noventa llamado J.J. Maloney, experto en casos judiciales, enfatizo en un artículo el hecho de que los retratos de los asesinos pudieron ser tergiversados para llamar a la compasión de los lectores. Maloney afirma que existe una gran posibilidad de que aquellos hombres fueran homosexuales y que Capote evitó estos detalles ya que buscaba la simpatía por parte del público hacia los convictos.

Otras de las polémicas que el libro dio pie para empezar, cuestionaba la moralidad de una obra que ofreciera entretenimiento a partir de la tragedia de otros. En 2005 el diario LJWorld publicó un artículo en que las hijas sobrevientas de Herbert Clutter, esperaban preservar la imagen de sus padres y hermanos. También mostraban su disgusto por su presencia en los medios y la manera tan frívola como fue tomado el caso en los medios.

Este tema lo toqué hace poco en el artículo sobre Serial. A pesar de que lo veo moralmente cuestionable, también creo que el «entretenimiento» pueda trascender esa identidad de marketing para volverse un objeto de reflexión.


Así creo pasa con A Sangra Fría. A pesar de que ciertas cosas puedan ser parte de una ficción, y a pesar de beneficiarse de un crimen tan atroz, pienso que la obra va más allá de un simple entretenimiento. ¿Quién se puede entretener con esto? Si bien el morbo es algo que está en todos nosotros, y lo que nos motiva en un principio a acercarnos a estas historias, al final es el sobrecogimiento de las reflexiones que genera el libro lo que nos mantiene leyendo. Es la proyección de la condición humana en momentos críticos. Eso es lo que nos llevamos del libro y también creo, te todo buen trabajo periodístico. 

No creo que la obra pierda valor por falta de veracidad, porque no creo que le haga falta. La investigación que realizó Capote fue de gran extensión y los datos señalados de fabricaciones son mínimos ante la inmensidad de información verídica que si nos ofrece. Al intentar algo nuevo, el autor buscó la mejor manera de adaptarlo, de novelizarlo, y uno de esos recursos fue la ficcionalización. Es la «primera» de su género así que creo que se le puede otorgar un poco holgura, especialmente con el precedente que estableció esta novela.

lunes, 2 de febrero de 2015

Leidi: Corto Colombiano Ganador en Cannes - Carnaval de las Artes de Barranquila


En el último día del carnaval de las artes Simón Mesa presentó el cortometraje Leidi con el que ganó la prestigiosa palma de oro de Cannes y estableció un precedente para el cine colombiano. El evento consistió en la proyección del corto, seguido de una entrevista que dejo mucho que desear, pero que sin embargo pudo dejar entrever las ideas que el cineasta plasmo en la obra.

Leidi es la historia sobre una madre adolescente en busca de su novio del que no ha sabido nada en varios días. En 16 minutos, la protagonista recorre un barrio de Medellín, con su bebe en brazos y tiene diferentes encuentros con personajes que hacen parte del común imaginario de este tipo de comunidad y que la ayudan con información sobre el paradero de su novio.


Para poner en contexto: el jurado del pasado festival de Cannes fue precedido por el celebrado cineasta Abbas Kiarostami. No era difícil dejar de tener de referencia al director mientras la proyección del corto, ya que las similitudes estéticas eran claras. Una puesta en escena sobria, pero tremendamente narrativa y una narración minimalista y concentrada en los personajes, hacía que los símiles entre ambos directores saltaran a la vista. Sin quitarle una pisca de mérito a Leidi, creo que parte de la razón de su triunfo en Cannes tuvo que ver con una apelación a las sensibilades del jurado. Si bien Mesa aclaró que no tuvo una influencia específica para el filme (pregunta que le hice yo), el corto hace remembranza al estilo de Kiarostami. Para el que haya tenido contacto con el director, podrá darse una idea de lo que se trabajó en el corto.

El esfuerzo cinematográfico que vemos Leidi deja sus frutos. Simón Meza establece un estilo, una idea, y le da propósito a los diferentes aspectos de la producción. Es innegable que es un triunfo para el cine criollo. Existe un retrato sobre un aspecto muy dañado dentro de la sociedad colombiana, pero al mismo, es trabajado de manera que alcanza un estatus de universalidad, que todo el mundo puede sentir. La simple historia que se narra en Leidi forma un microcosmos en donde se conglomeran temas sobre la pobreza, la sexualidad temprana, la falta de recursos y el abandono social y personal-afectivo.

Tomada con Nokia 1100

La palma de oro es un premio bastante prestigioso y totalmente celebratorio, pero es triste ver como los medios de comunicación colombianos solo centran en ese aspecto. Preguntas como ¿Qué se sintió haber ganado el premio? ¿Qué se siente estar con los grandes? Alejan tanto al público de las razones reales por las que se celebra un corto como este. Ese fue un fracaso en el evento del Carnaval de las Artes y de cualquier medio que siga su ejemplo. Este tipo de cine se debe a preciar, con premio o sin premio.

Solo queda esperar que esto abra más puertas a realizadores colombianos y que se tomen en serio la idea de contar una historia de una manera particular y única. Leidi no es la panacea cinematográfica (es difícil lograrlo en un corto) pero es muy buena, es el verdadero cine colombiano que se debería resaltar, y cuando tenga la oportunidad, deberían ver.