lunes, 10 de febrero de 2014

¿Se pasaron con lo de espantajopo?

Juzgar a otros a partir de valores sociales tan ambiguos como los que uno mismo aplica es tal vez, una de las peores cosas que podemos hacer, en el momento de aparentar tener un cerebro o por lo menos cierto entendimiento de las cosas. Eso sí, es facilísimo de hacer. Si no me creen, tomen como ejemplo el artículo de los espantajopos que el año pasado hizo furor en las redes sociales. Muchos se sintieron identificados con el espíritu crítico del autor “Si marica, ese man tiene razón, aquí en Barranquilla hay mucho gente así”. La cuestión es que muchos de esos alegres lectores, no eran conscientes de que ellos mismo caían en esa categoría a la que el autor atacaba.

Es triste de verdad, porque creo profundamente, que esto tipo de artículos de opinión y crítica son necesarios, pero no por las razones que la mayoría tiende a creer. No son para que la prepotencia se presente a niveles detestables y creamos de tener el derecho de apuntar y con furia juzgar. Este tipo de artículos son para que las personas tomen consciencia de sus propias acciones, para que entiendan el porque de sus actividades.

El ejemplo del espantajopo no pudo ser mejor. Si es verdad que en nuestra ciudad hay mucha gente que muere por aparentar lo que no son y establecerse socialmente, pero no por ello tal comportamiento debe ser condenado a la hoguera. Un espantajopo es aburridor, pero la verdad es que todos lo somos en cierto grado u otro. La idea de una articulo como este no es que la población ataque a los individuos que actúen de tal manera (Señores, eso se llama segregación), sino que cada uno de nosotros tome consciencia de porque hacemos las cosas.

¿En verdad estas visitando el nuevo centro comercial porque quieres conocerlo, o porque tienes miedo de quedarte sin un tema de conversación? ¿La foto que le estas tomando a tu plato es para que tus amigos se hagan más o menos la idea de que estas comiendo o simplemente quieres que todos vean que comiste en un restaurante muy caro? ¿El deporte o la actividad que practicas es para tener algo interesante y diferente que hacer o es para, como por ahí dicen, “meter presión”?

Esas son las preguntas que debemos hacernos y nadie esta exentas de ellas y si en verdad crees que no eres así, pues déjame decirte que ya con solo poner una cita en Facebook, con solo escribir un tweet a una celebridad, con solo compartir una foto en instagram, con solo pensar que alguien iba a estar tan interesado en tu magnifica y esplendida idea/foto/escrito como para compartirla, estas cayendo en esa categoría, estas siendo un espantajopo.

El caso de color run ha sido el más reciente caso de interpretación del artículo. Es verdad, y lo diré aquí: si fuiste al color run, eres un espantajopo. ¿Eso te hace una mala persona? ¿Te hace intelectualmente incapaz? Yo creo que no, yo creo que todos hacemos los mismo, tal vez no en este evento, pero probablemente gastaste, alguna vez, mucho dinero en una boleta para un concierto o tal vez te compraste algo que anhelabas mucho y subiste fotos a las redes sociales.

Mi punto es que juzgar de esa manera tan arbitraria no tiene fundamento. La idea no es que mires a los demás, la idea es que te mires a ti mismo, y aprendas a controlarte, aprendas que no tienes que siempre ir a los eventos sociales exclusivos, aprendas que puedes disfrutar de una comida olvidándote de tomarle a una foto, aprendas a vestir lo que te guste y no lo que se vea mejor y entiendas que al final todos somos iguales, en las buenas y en las malas.

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(Este artículo fue escrito por un espantajopo) (Tú sigues siendo un espantajopo... especialmente si fuiste a Color Run)

domingo, 2 de febrero de 2014

The Wolf Of Wall Street -La decadencia del exceso-


Te golpea en la cara y sientes intenso dolor, pero no dejas de reírte por lo borracho que estás. Sabes bien que te vas arrepentir a la mañana siguiente, pero te vale huevo porque sabes que lo estas pasando de maravilla. Te levantas y te limpias la sangre de tu rostro que apenas te das cuenta que tenías. Intentas devolver el golpe, pero sigues riéndote y vuelves a caer. Mañana dirás que estabas fuera de ti, que no era tu intención, mañana te disculparas por el ridículo que hiciste, pero mañana, dirás también, que no lo habías pasado tan de puta madre como lo hiciste anoche.

Como una noche en la que estabas tan ebrio que le echabas los perros a la novia de tu mejor amigo es la última obra de Martin Scorsese. The Wolf of Wall Street te golpea en la cara, desde el mismísimo inicio, y no baja su intensidad en sus tres largas horas. Es una muestra de irreverencia, de buen (y retorcido) sentido del humor, de atravesar barreras, y sobre todo, de buen cine.


The Wolf of Wall Street nos embarca en un viaje episódico de la vida de Jordan Belfort, quien, entre los ochenta y noventa, se hizo ultra millonario con su empresa de corredores de bolsas. Motivado por su avaricia, Belfort incrementa su fortuna niveles ridículos al involucrarse en negocios fraudulentos y altamente ilegales. Todo esto va acompañado de su excesivo estilo de vida, lleno de una drogadicción intensa, una promiscuidad absoluta y un egoísmo atroz.

La genialidad del filme tiene como base su presentación. En ningún momento somos impulsados a juzgar al protagonista, y nos volvemos meros testigos de sus deplorables aventuras. Es una comedia, así que llegamos reírnos con el mismo Belfort y pareciera que celebramos su comportamiento. Esto de por sí causa cierto efecto, porque los actos mostrados en la película son bastante desfasados, intensos, vulgares y gráficos. Cualquier persona con sano juicio y una decente concepción de moralidad estará de acuerdo de la porquería de humano que Jordan Belfort es, pero al ver el filme, se encontrarán riéndose con él, como un viejo amigo al que le dejamos pasar sus locuras.

Esto causaría una primera impresión errónea de la obra, y creeriamos que, en verdad, se está celebrando ese estilo de vida a lo “¡A la mierda todo! ¡Tirar, esnifar coca y hacer plata es todo lo que necesito!”, pero la posición que la cinta toma es totalmente y contrario, y como ya dije, gracias a su presentación, podemos apreciar tal posición de la manera más sutil.


Son tres largas horas de duración. La intensidad no se hace esperar y en una de las primeras escenas, vemos en primer el plano el culo de una prostituta y emergiendo de detrás de este, aparece DiCaprio esnifando cocaína del susodicho culo. Esto representa todo lo que vemos después y durante esta larga duración, es todo lo que tenemos: Exceso.

No podría parar describir el montón de momentos que parecieran sacados de la obra del Marqués de Sade porque entonces nunca terminaría de escribir, pero lo que quiero que entiendan es que el exceso estaba siempre presente, en cada cuadro, en cada divertidísimo diálogo, y era repetitivo y constante. Al llegar a cierto punto, mi espalda comenzaba a molestarme por pasar tanto tiempo sentado en el asiento del cine, mi pierna comenzaba a vibrar impulsada por la ansiedad y el frío me fastidiaba. Rogaba para que Belfort muriera de una vez, siendo esa la más lógica de las conclusiones que le encontraba a la historia, y así terminar la película. Belfort no muere.


Es el hastío, el fastidio, y la repugnancia lo que sentí al salir del cine. Lo que al principio parecía divertido, se convirtió en un ciclo de repeticiones, de frenetismo que no paraba, que seguía subiendo y subiendo. Esta es la magia de The Wolf of Wall Street, y lo que parecía que sería una comedia irresponsable, se convirtió en una declaración en contra de la avaricia, del exceso y el despotismo. Después de verla, seguirás riéndote, seguirás pensando lo divertido que fueron ciertas escenas, pero sabrás que ese estilo de vida no lo querrías ni en un millón de años. “Probablemente moriría” dije yo. Así como la noche de la embarazosa borrachera, de la que sabes que la pasaste de puta madre, pero eres consciente que no es para ponerse orgulloso de esos actos.

Sobre los realizadores...


No sé si llamar esto, una retorno a la forma porte de Martin, pero es definitivamente el filme de Scorsese que se esperaba desde hace mucho. No dejo de recordar Goodfellas, y si tuviera que comparar The Wolf con alguna de sus obras anteriores, sería con esta. Puedes encontrar la misma esencia frenética, de un montaje rápido, precario y aparentemente poco profesional de Thelma Schoonmaker, así como una buena canción punk.


Quien sabe, pero es posible que la pasión con la que Marty desarrollo este proyecto debe de provenir de su intenso temor por el futuro de la industria del cine que él tanto ama. Esto lo podría corroborar la emotiva carta (bastante emocional, para cualquiera que se considere realizador o cinéfilo) dirigida a su hija, y en la cual deja expuesto sus temerosos pensamientos.

En cuanto a los actores, considero este el mejor trabajo que DiCaprio alguna vez haya realizado, y es merecedor de cuantos premios se les antoje a las organizaciones darle. Jonah Hill es espectacular y realmente encuentro grato su evolución como actor, alguien del que puedo decir, tendrá un futuro genial.

P.D: Si están pendientes, cualquiera que esté familiarizado con el medio, se divertirá con la cantidad de cameos que aparecen en esta película.

Agregadores de reseñas

Rotten Tomatoes
Metacritic
IMDb

Calificación: 9 Quaaludes de 10