viernes, 22 de febrero de 2013

El extenuante viaje de "Les Misérables"



Debo comenzar por decir que yo no soy un gran fanático de los musicales. Cuando era niño, extrañamente, sentía una aberración por la música, no la soportaba y principalmente era porque me aburría. En ese entonces, antes de siquiera cumplir 10 años, ya comenzaban a bombardearle mediáticamente el cerebro a uno, con marcas como Disney y sus grandes películas de animación. No me gustaban para nada y solo por el simple hecho de que no compaginaba con las canciones. Es en serio, me molestaba de sobremanera.

Mi historia, afortunadamente, tomó otro rumbo y en mi adolescencia encontré un amor en la música que no había sentido antes. Con ello, varios otros intereses surgieron, entre ellos el cine, pero aún era reacio a los musicales. Prefería las tramas y los diálogos, a la espontaneidad musical. No obstante, en mi gana de querer ver más cine, varios musicales se colaron en las listas de películas que vi, y fueron experiencias que recuerdo gratas.

“Les Misérables” fue el primer musical que veía en cierto tiempo. Pero fui con toda mi disposición creyendo que esa parte de mí, que sentía incomodidad hacia las historias cantadas, ya había madurado. Lo que pasó después, fue que me encontré con una experiencia, para la cual no me había preparado. La extravagancia musical de Tom Hooper fue una prueba exigente, pero que al final dio ciertos frutos, algunos maduros, algunos biches y otros definitivamente podridos.


Mi primera impresión fue difícil porque me encontré con una batalla de sentimientos dentro de mí. Por una parte estaba el apartado visual que era simplemente espectacular, una delicia para la mirada y por el otro lado estaba la música. No me esperaba lo que se me venía. No sabía hasta ese momento,que estaba al inicio de 156 minutos de canto prácticamente sin parar. He aquí mi primer problema con el filme.

Diría que nada más hay alrededor de 5 líneas de diálogos que no son cantadas, de resto las melodías no dejaban de venir. Mi principal problema con esto, es que no sabía diferenciar las canciones y me quedaba sin saber donde empezaba o terminaba alguna. Además me pareció que llegaron a ser exagerados, ¡Hasta las conversaciones más mundanas eran cantadas!, lo que muchas veces le daba un tono ridículo que me sacaba de la ilusión de la historia.

Algunos dirán que de eso se tratan los musicales. ¿Quién sabe? Tal vez yo no tengo ese tipo de sensibilidad, lo que causó que batallara tanto durante la cinta, pero de todas formas me forcé a adaptarme al ritmo (que no era fluido para nada), para llegar hasta el final y de paso apreciar las demás cosas que eran ofrecidas.


Más tarde me di cuenta que llegar hasta el final no iba a ser tarea fácil. El segundo problema al que me enfrenté, fue la decisión visual del director. La fotografía, en general era espectacular, logrando unas escenas increíbles que emocionaban el visionado, pero que curiosamente, la mayoría de triunfos visuales residían en las partes de la historia en que no se interpretaba una canción. Durante los números musicales, Tom Hooper tomó una dirección artística que me parece, no logró dar el sentimiento que quería. La cámara, mientras los actores interpretaban, seguía constantemente los rostros de estos, sin alejarse ni un momento de ese primer plano. ¿Cuál es la gracia de basar tu película en un musical, sino vas a hacer uso de espacios y diseño de producción, que es lo importante en este género del teatro? Y entiendo que Hooper haya querido dar la sensación de realismo mientras los números se daban. Pero lo que consiguió fue dar una sensación de desorientación y tedio.

Pero algo bueno salió de ese enfoque tan particular. Al tener la cámara tan cerca, pude apreciar lo que es tal vez el punto más fuerte de la película, que vendrían a ser las impresionantes actuaciones. Es un gran conjunto de talento y quisiera tanto, hablar de cada uno de ellos, por lo buenos que fueron, pero me tomaría toda la semana, aunque sí  mencionaré las tres interpretaciones que más me marcaron.

Primero esta Hugh Jackman, quien hace gala de su experiencia y su talento, y da carne al personaje de Jean Valjean, sabiendo transmitir la lucha tan emocional del héroe con holgada destreza y junto a su canto, logra provocar los sentimientos correctos. La segunda gran actuación y es tal vez la que más ruido a hecho, es la de la bella Anne Hathaway, quien con su Fantine no solo deja ver sus grandes dotes de actriz, sino que interpreta la canción más famosa del musical, “I Dreamed a Dream” de una forma preciosamente desgarradora. Definitivamente una actuación que merece ser laureada.


Por último está el Javert de Russell Crowe, que es tal vez una de las sorpresas más interesantes. Principalmente por su canto, que al principio provocaba una incomodidad colectiva. Esta incomodidad era producida, ya que al comparar su canto con su registro de habla, no parecieran venir de la misma persona. Pero la incomodidad desaparece con el transcurrir del tiempo y el canto se vuelve hasta agradable. La imagen de Javert de Crowe es presentada con gran elegancia e imponencia, lo cual lo vuelve un éxito.

Al final, lo que sostiene a esta película y lo que de hecho permite que uno desee continuar con su visionado, es la obra original en la que está basada. “Les Misérables” de Víctor Hugo es una historia que trasciende el tiempo, siendo una de las novelas más conmovedoras y grandes de la historia. El musical se agarra de esta novela, para poder explotar los sentimientos que en esta se encuentran, mediante canciones muy ricas y verdaderamente efectivas. Tal vez en cine, fue un proyecto bastante ambicioso que no supo cuajar del todo, pero no puedo negar que tiene un encanto único.

Puntaje: 3.3 Candelarios de Plata de 5


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

¿Estas de acuerdo? ¿Te gusto? ¿No piensas igual? ¿Lo odias? Arremete contra la sección de comentarios con lo que tu piensas, aquí abajo: