jueves, 5 de febrero de 2015

American Sniper: el retrato de una moralidad decadente.

Debo aceptar que este cartel es fantástico

La película en si


Las sensibilidades de Clint Eastwood como director son más apreciables, creo yo, en el desarrollo de sus personajes. Podríamos atribuirle esto a que mucho de su carrera fue construida como actor, adquiriendo las herramientas que utiliza cuando se sienta detrás de la cámara. Es por ello que creo que American Sniper es uno de los mejores estudios de personajes que he visto del último año. Como historia y representación de la realidad, no mucho. A pesar de las cualidades que favorecen a la película, estas son ensombrecidas por el pobre tratamiento del director con los hechos.

American Sniper está basada en las exitosísimas memorias de Chris Kyle, el SEAL más mortífero y efectivo francotirador de la historia militar estadounidense. Con más de 255 blancos acertados (160 confirmados por el pentágono) durante la guerra en Iraq, Kyle pasó a la historia y dentro de un país tremendamente nacionalista, se convirtió en una celebridad. La película, no estando basada al pie de la letra, decide embarcarse en el terrible viaje emocional que Kyle enfrenta en las 4 misiones en que participó en medio oriente.

Portada del libro original

La fortaleza del filme descansa sobre ese enfoque. Bradley Cooper sorprende con una tremenda actuación, en la que encarna a Kyle de manera absoluta. Parte de su físico tiene que ver con el éxito de la actuación, para la que Cooper logró obtener más de 50 libras de su peso normal, creando una imagen mucho más grande de su habitual. No siendo todo, Cooper logra captar esa presencia o aura (o como le quieran llamar) tan propia del estadounidense sureño de Texas, el propio «cowboy». Los ideales de extrema derecha que el soldado tuvo en la vida real, emanan de los pequeños detalles, humor y ademanes que Cooper uso para interpretarlo.

La historia, antes que en la guerra, se centra en el aspecto emocional de Kyle. Su extremo patriotismo y sus lesiones post-traumáticas son captados por Eastwood solo como él lo sabe hacer, y se aprovecha del gran talento de su protagonista para crear una narrativa a partir del estado emocional de este personaje. La película es llevada en los hombros de Kyle y sus decisiones. 

Los triunfos de American Sniper son gratos, demuestran que el director de 84 años todavía puede ensamblar un filme de gran impacto. Pero hubo dos problemas, o más bien, dos aspectos por los que la película no logra mantener su propio peso. Podríamos decir que uno de estos aspectos es menos importante que el otro, así que empecemos por ahí.

El mismo Copper le movía la mano para que pareciese que estaba vivo

Siendo tan buen desarrollador de personajes, Clint Eastwood parece estar perdiendo ojo para otros detalles, que lastiman por igual la experiencia en el cine. Ahora, este tipo de cosas técnicas pueden ser pasadas por alto en la mayoría de los casos, pero los defectos eran tan notorios que me siento obligado a mencionarlos. Como el bebé por ejemplo. Varios medios habían mencionado sobre la utilización de un muñeco para las escenas en que este aparecía. Nunca creí que fuera tan notorio, pero ¡Oh sorpresa! lo era. El peso se sentía raro en los brazos de los actores, e incluso intentaron animarle un bracito para generar una ilusión de vida, lo cual se veía horroroso, pareciendo un filme amateur.

Los momentos de alta tensión eran acompañados por una partitura bastante inusual, llena de sonidos sin armonía y ruidos rotundos, que sin embargo siento que funcionaba. El problema es que junto a esto, venían las escenas de acción, que aunque bien ejecutadas, estaban llenas de la peor sangre generada por computador que he visto desde The Expendebles 2. Esto y la tormenta de arena (más falsa del mundo) que aparece en el tercer acto, sacaban al espectador (o por lo menos a mí) de una experiencia de inmersión.

Como dije, no es tal vez el más grande de los problemas, pero en los momentos en que uno como espectador desea lograr una conexión emocional con los personajes y se atraviesa un error de estos, no le queda a uno más opción que estallar de risa. Tenía en la pantalla una lágrima que salía del ojo de Sienna Miller (cuya actuación es espectacular) y no podía dejar de pensar en lo ridículo del muñeco que tenía en brazos.


En territorio escabroso


Los efectos especiales pueden ser objeto de crítica, mas, si son bien intencionados, creo que no afectan un consenso general de una película. Lo que si afecta, es el reflejo de la realidad que tal filme pueda proveer. La guerra de Iraq es un asunto tan joven, que creo no puede ser tratada como una película de la segunda guerra mundial. Los factores que dieron rienda suelta a ese conflicto, todavía son relevantes en la actualidad, y creo que el romantizar los hechos, y hablar de héroes y villanos, es frivolizar un tema que ha causado tanto dolor.

No creo que Eastwood haya contemplado, o analizado bien el contexto del filme que realizó. Es bien conocida su figura política pública, y su posición reprobatoria ante la guerra. No es nuevo con el género bélico y sus dos anteriores películas de guerra son claras declaraciones contra esta. Letters From Iwo-Jima es un desgarrador relato sobre la falsa honorabilidad que el extremo nacionalismo genera en civiles inocentes y que todos deberían ver.

Y creo que Eastwood quiso repetir su misma declaración con su último filme. No obstante, sin saberlo, se había embarcado en crear una perturbadora propaganda imperialista (si me permiten la mala palabra).


Ciertas partes de la historia ofrecían pistas para reconocer la insensibilidad de la película.  El retrato que se hace de los iraquíes no solo afecta moralmente a la cinta sino también, desde un punto de vista estético. Al disminuir la complejidad de los antagonistas, el filme exhibe unos villanos ridículos y caricaturescos, quitándole seriedad al conflicto que presenta la historia. De una naturaleza diabólica, salida tal vez de una película de Disney (pero mucho más violenta), estos personajes son terriblemente irreales y refuerzan un estereotipo de la región retrogrado e irresponsable.

Esta es tal vez la cinta más orientada a la acción de Eastwood, llena de momentos de agitación y temor, muy bien construidas. Pero hubo otros momentos a los que solo puedo ponerles la etiqueta de «pornoguerra», donde, tal vez intentando mostrar los horrores del conflicto, se pasaban de ridículos. Hubo escenas extremadamente gráficas, con el solo objetivo de ser y nada más, de afectar al público, pero sin que reflexionen mucho.


Tal vez lo más perturbador es la celebración de las hazañas de Kyle. Si bien era un soldado haciendo su trabajo, sus actos eran de tambaleante moralidad. El filme, en vez de abrazar esta ambigüedad, reflexionar sobre los actos de guerra y la posición moral del soldado en estos, decide en vez, presentar a Kyle como un héroe, casi un mártir que da su vida por su país.

Este asunto se retuerce más al saber de donde es sacado el material para la película. El libro que publicó Kyle, fue atacado por la crítica dada la forma como él se presentaba a sí mismo, como un obsesionado por matar iraquíes, cosa que le parecía de lo más «divertido». Los pedazos de dialogo que dejaba salir de su boca eran constantemente citados:

«I couldn’t give a flying fuck about the Iraqis» (No me podría importar ni una mierda los iraquíes)

Juzgar a Kyle como persona me importa menos que juzgar su libro y su posterior adaptación y como afectan a un público. Claramente tienen un alcance grande, ya que el libro es un best seller, y la película ha recaudado más de 300 mil millones de dólares, convirtiéndose en el filme más rentable de su director. Y creo que no es por la controversia, sino porque ese mensaje está calando en la gente. La forma como la información es presentada, es manipuladora al propio estilo propagandístico. Mi propia experiencia en la sala de cine me lo dejaba en claro, cuando escuchando conversaciones (sí, yo escucho a la gente que habla en los cines) no dejaba de oír sobre lo pobrecito que era el soldado y como esa gente de «allá» eran tan barbaros.

Escena terriblemente ejecutada ¡TERRIBLE!

El punto más incómodo lo alcancé en los momentos en que el asesinato de niños es considerable y necesario. Viéndolo en retrospectiva, podría describir la sensación que sentí como repugnancia. A pesar de que en un zona de guerra este tipo de situaciones se pueden llegar a dar (en nuestro mismo conflicto colombiano existen registros de niños que manejan armas desde los ocho años), el hecho de que el filme no tomara responsabilidad por tales imágenes no me dejo tranquilo. Pareciera que incluso celebrara tales actos, que dijeran que aquellos niños «se lo buscaron», cuando un culicagado de esos, ni siquiera es capaz de tomar esas decisiones. Los iraquíes muertos quedaban tumbados en la tierra como cualquier basura, con su país destrozado, mientras los soldados americanos que fallecían eran llevados en ataúdes y se les daba una adecuada sepultura.

¿Fue un accidente? ¿Una metida de pata? Probablemente no. Clint Eastwood tenía muy en mente el filme que quería realizar, y en gran parte lo logró. Ante las críticas que ha recibido por la película, él se ha defendido alegando sobre el estado emocional que «los soldados que se reincorporan a la vida civil junto a sus familias tienen que sufrir, como Chris Kyle lo hizo». Si es en ese sentido, la película lo hizo esplendido, pero tristemente ignoró el contexto en que se desarrollaba, porque en la cinta no se desarrolla ningún conflicto ficticio, o alguna guerra de hace muchos años. No, el conflicto que aquí se presenta fue la farsa de la invasión a Iraq por parte los Estados Unidos, que hace a penas en el 2011 retiró sus tropas de ese país, y por más que Eastwood quisiera relatar la historia del sufrimiento emocional de su protagonista, falló en entender que la historia no podía ser nada más sobre él, sino sobre todos a su alrededor.

5/10
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