martes, 9 de abril de 2013

RETROVISOR: "Insidious" Ser o no ser terror.



Es medianoche y estas con tu novia, pero no saben qué hacer, no hay mucho dinero y cualquier momento intimo queda descartado ya que están en la sala de una casa llena de sonámbulos imprevistos. Al final una cuenta en Netflix y comida rápida salvan el día y obviamente la elección de la película es de ese género casi perfecto para las parejas. Si pensaste en comedias románticas, pues te equivocaste porque el horror siempre gana en estas situaciones. La elección fue Insidious, dirigida por el moderadamente conocido James Wan (Quien tiene su fanaticada detrás de él, gracias a la serie de películas Saw) y lo interesante de la ocasión es que esta película, a pesar de no aprovecharlo en su totalidad, ofreció mucho más que unos buenos sustos.

Wan empezó su carrera cinematográfica orientada hacia el terror con un filme que tenía varias pinceladas de originalidad y en general fue buena experiencia (Con un final muy curioso), pero que desafortunadamente dio a nacer a una de las sagas más infames del cine, perdiendo así el sentido y el encanto que tal vez la primera cinta pudo tener. El director se volvió una promesa y su siguiente filme fue otro “flick” de terror llamado “Dead Silence” con el que también recibió críticas inclinadas al lado positivo. Su tercer filme, en lo personal, fue bastante molesto. “Death Sentence” no era de terror sino más bien de una especie de suspenso-acción psicológico. El director de Saw intento alejarse de su género de nacimiento y diría que el intento no fue totalmente despreciable, pero sí dejó mucho que desear.


Volviendo al terror y a la película de la cual quiero escribir, Wan llegó apoyado en una buena campaña publicitaria y presentó Insidious, como el verdadero susto definitivo y original. Esta vez consiguió buenas críticas y hasta incluso hubieron quienes dijeron que una visión nueva y fresca para el género. No podría discrepar más con esa declaración.

Definir esto como revitalizador del género no es lo más apropiado, no porque no aporta nada nuevo a lo ya establecido al terror, sino más bien porque no podría clasificarlo totalmente de terror. La historia es un planteamiento simple, con una familia agobiada por fantasmas y demonios y nos muestra como ellos lidian con tales apariciones. Hay momentos en que Wan se vuelve un maestro del suspenso, manejando el miedo, no sobre lo que esta pasando, sino sobre lo que no ha pasado aún. Aquí es donde el filme entrega y diría que es disfrutable para todo el fanático del género, pero los momentos de terror se limitan nada más a eso, a los sustos y a momentos específicos de suspenso porque en los demás aspectos de la historia, no encontramos terror o susto porque somos ofrecidos una historia más compleja de lo que creíamos y llega a tocar, acariciar, los lados de la fantasía.


Ya en el tercer acto, la trama ha cogido por un rumbo inesperado que provoca que el filme cambie el piso firme por el que caminaba por una cuerda floja. No es decepcionante, pero lo desafía a uno, siendo incoherente con lo que se buscaba desde el principio. Decidí que no me iba a dejar afectar negativamente por el cambio de rumbo porque de todas formas tenía mucha curiosidad de lo que fuera a pasar y me lleve una sorpresa porque me encontré con un muy curioso relato de fantasía oscura y mórbida que disfruté mucho. En mi cabeza comencé a cuadrar los elementos de la trama y de hecho ya estaba considerando esta cinta uno de los hitos en el cine de ficción, pero gracias al cielo llegó ese final, un final que simplemente me jalo de los pies y me lanzó contra la tierra, un final terriblemente lleno de escritura floja y en esencia, un cliché.

Ese fue mi problema con Insidious, y le toco al final recordármelo. Esta historia tenía un gran potencial de volverse un filme sin género, porque son esos los que se vuelven los mejores ya que rompen barreras y no se agarran de convencionalismos, pero el señor Wan y el escritor Leigh Whannell estaban empeñados en hacer una película de terror, algo desafortunado porque tal vez no se dieron cuenta que podían trascender el género y hacer algo más completo, más organizado y sumamente original. El final de esta película fue producto de ese desaprovechamiento, producto de la testarudez de darle ese sentido del horror.


Wan y Whammell tenían un universo puro y nuevo entre sus manos, pudiendo ofrecer incluso hasta un homenaje a sus raíces, pero al mismo tiempo cambiando las reglas del juego. Wan tiene aquí una visión muy rica, desde la fotografía dinámica, feroz y efectiva, hasta el uso de la música apoyándose en los viejos violines que en el género de terror son tan clásicos y favorables, pero usados de maneras diferentes. Al final, la presentación de la película como miembro de un género tuvo más importancia para los realizadores que la historia misma, lo cual no deja para nada satisfecho.

Calificación: 2.5 Puertas Rojas de 5 (Ese no es un demonio, ese es Darth Maul)

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