jueves, 16 de julio de 2015

La herencia de Scott y Kubrick en Ex Machina


Ya va a ser bastante tiempo desde que vi una película que me cautivara tanto. Lo primero que tengo que decir de Ex Machina es que es un filme estéticamente precioso y profundamente provocador. A partir de su detallada estética, es suficiente para plantear ideas y emociones conectadas al miedo a lo desconocido y a la búsqueda de lo sublime.

La visión que Alex Garland, director de la cinta, construye, está basada en el establecimiento de una atmosfera opresiva, casi como una claustrofobia invertida, con la que amarra al espectador, mientras este se debate entre la dicotomía de naturaleza y tecnología que la impecable fotografía plantea. Las bellas imágenes de las planicies de Noruega son recurrentemente contra-puestas con el frío y aséptico cuadro de la ciencia que es tratada en la historia. Todo esto envuelto en el uso ingenioso de mecanismos propios del género del terror y el «body horror», y una banda sonora fuerte, agresiva e hipnotizante.


Es claro que Garland es un inteligente narrador. Su versatilidad no me queda en duda, a sabiendas que fue él quien escribió y produjo Dredd, el sanguinario y divertido flick de acción que deja en pañales a cualquier película moderna de este género. Lo cual hace más impresionante su transición a un filme que no busca complacer la cultura popcorn. Un filme que es mucho más reservado en lo que muestra, en pro de narrar más y abarcar temáticas más complejas. Existen innumerables referencias a otros grandes filmes del género, e incluso, a artistas, filósofos y científicos que de una manera u otra han aportado al imaginario de la ciencia ficción y la creación de esta historia.

La actuación de Oscar Isaac encaja cómodamente dentro las intenciones del filme y sirve como un catalizador tanto dramático, como meta-ficcional. Es por medio de él que le es permitido al espectador tener un reflejo de su misma humanidad. Tal efecto es complementado en triada, junto a los otros dos protagonistas de obvios matices religiosos.

La cinta es una experiencia sensorial única y una muestra de cómo se narra a partir de las herramientas que solo el cine puede aportar. Ex Machina disfruta de tener una narrativa sólida, que muy fácilmente se alinea con las temáticas del filme, pero al mismo tiempo se atreve a trasgredir su propia tonalidad dramática para crear una experiencia diferente, compleja y francamente incomoda (en el buen sentido). El único otro director que creo logra lo mismo es Stanley Kubrick. Y si, la comparación lo amerita.


En este punto, creo que es claro que el filme merece ser visto por todos. Dentro de un mercado saturado de «ciencia-ficción a medias» como son las películas de superhéroes, es gratificante ver una propuesta diferente. Sin embargo, tal propuesta no es nueva.

La inteligencia artificial ha sido un tema tratado hasta la infinidad en el cine, junto a todas las implicaciones filosóficas que esta concierne. Algunas son un bodrio, otras obras maestras. He de aceptar que muy dentro de mí existe un lugar especial para Blade Runner, la cual considero la mejor en su género y temática. La épica neo-noir que Ridley Scott adaptó de la novela de Philip K. Dick provoca la reflexión sobre temas como identidad, existencia y humanidad a través de una narrativa intrigante y estéticamente inteligente.

Ex Machina no se rige bajo las pretensiones del cyberpunk como Blade Runner. Si hubiera que ubicarla en un género, probablemente sería uno que tuviera el prefijo post- de frente. Sin embargo, en cuanto a narrativa, no se aleja de la antecesora. Aunque el contexto histórico-tecnológico sea diferente, las ideas reflexionadas no se distinguen, sino que más bien evolucionan dentro de los diálogos y cavilaciones de los personajes. Como si la película misma reflexionara sobre la cinta de antaño.


En los 80 la ciencia-ficción dura, meramente alcanzaba a llegar al asombro dentro de la cabeza de los consumidores. La desventaja de la innovación es que el shock que provoca, ciega temporalmente su análisis. Hoy en día, estas temáticas han sido tan absorbidas que le damos tres vueltas al asunto y lo damos completamente por entendido. Si bien, no deja de ser un área interesante de explorar, los narradores se han encontrado contra una barrera, que no deja reflexionar sobre temas que vayan más allá de los que otras historias han tratado. Tal vez, (y esto lo digo con gran informalidad) es posible que no hayamos conciliado el hecho de estar viviendo en los tiempos «imaginarios» que las viejas novelas y películas de ciencia ficción planteaban.

Teniendo en cuenta esto, creo que Ex Machina es más un ejercicio sobre una temática cansada, que un innovador en la propuesta. Lo cual no le resta méritos, pero tampoco se los agrega. Es indudable que es de los mejores estrenos del año y una de las grandes de su propio género. Podría incluso, afirmarla como la culminación de una era que dará pasó a otra, en donde la evolución del género tomará una nueva vida. Pero bueno, hasta que ese comentario sumamente pretensioso se cumpla, podremos decir que hemos visto una muy buena película.

8/10


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Amo esta puta escena

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